domingo, 28 de julio de 2013

CONSTITUCIÓN DE LA SEXUALIDAD MASCULINA I

Clase V Parte I Facundo Blestcher (Bs As) " Constitución de la sexualidad masculina..."
CATEDRA LIBRE SILVIA BLEICHMAR. Facultad de Psicología UNR.
Publicado el 26/04/2013
Clase V Parte I 26 de abril Facultad de Psicología de la UNR - Facundo Blestcher (Bs As) "Constitución de la sexualidad masculina: Sexualidad, Género, Identidad sexual"
Presenta, Gerardo Aliaga (estudiante de Psicología y miembro del FPDS).
Buenas tardes a todas y todas. A mí me gustaría, antes de dejarlo a Facundo, poder puntualizar y dar cuenta de la importancia que tiene para nosotros la temática que se va abordar en la clase de hoy, por tres cuestiones fundamentales. La primera es que para nosotros está dentro de nuestros principios políticos, como organización política desde el Santiago Pampillon, la lucha por el anti-patriarcado, como un eje estratégico en un horizonte por una sociedad mas justa. Nosotros, en ese sentido, pensamos la intervención y nuestra practica en la Facultad, que esté permanentemente atravesada por esta perspectiva no solamente porque creemos que hay una discusión teórica al respecto, en función de cómo se imparte el conocimiento desde una perspectiva que está profundamente atravesada por la hetero normatividad y el patriarcado sino también porque hay casos concretos en donde estas formas de opresión y violencia se manifiestan. Bueno, hace poco, hay algunos casos de público conocimiento como fueron hace pocos días un caso de abuso en la Facultad de Humanidades o un caso homologo en el Instituto Politécnico Superior, donde observamos que las respuestas inmediatas de las autoridades de la Institución, a partir de estos hechos son el silenciamiento, o incluso la exposición en estos casos de las chicas que se ven sometidas a estas situaciones de violencia. Por ejemplo, en el caso de Humanidades no solamente se expuso a la compañera sino también se le ofrecio que ella se cambiara de la Comisión que compartía con el compañero que la había sometido a una situación de violencia, hasta incluso una invitación por parte del Secretario Estudiantil a acompañarla si no se animaba a cursar o ese tipo de cosas. Por estas cuestiones vemos que es fundamental estar todo el tiempo interviniendo y cuestionando estas lógicas. Y también desde el punto de vista de la especificidad creemos que en nuestra Facultad el Plan de Estudios está atravesado por una perspectiva patriarcal y creemos que hay que dar una disputa y que esa disputa en términos teóricos se traduce en poder criticar y poner siempre en cuestión algunos clichés y cuestiones de sentido común que se reproducen sin ningún tipo de cuestionamiento. Pienso en frases hechas como “la mujer no existe” o “que un transexual es un psicótico con pasaje al alto”, este tipo de cuestiones que son tomadas desde la teoría y que en definitiva se traducen en reforzar estas cuestiones de sentido común que implican la reproducción de una visión androcentrista y que para nosotros son fundamentales poder develar y revertir. En ese sentido me gustaría leer una cita de Silvia, un fragmento de texto de las Paradojas de la Sexualidad Masculina donde dice, por ejemplo: “El concepto de Madre fálica donde en el cual cierto lacannismo ha venido a sellar la responsabilidad femenina respecto a la sexualidad del hijo varón, se ha convertido en los últimos años en el modo como los sectores ilustrados recuperan los fantasmas populares y los hacen devenir pseudocientíficos”. En este sentido estamos acá desde el lugar de la escucha para aportar al debate y traducirlo en que nuestros Planes de Estudio y los contenidos empiecen a estar atravesados por la perspectiva de géneros. Creemos que es fundamental construir las herramientas desde la Facultad que estén a la altura de los nuevos padecimientos, de los debates sociales que se están dando en la actualidad, como puede ser la violencia de género en todas sus expresiones pero también el matrimonio igualitario, la Ley de identidad de géneros, para las cuales no han habido posicionamientos claros de esta Facultad y creemos se debe debatir en todas las Aulas. En este sentido saludamos esta clase de iniciativas y al mismo tiempo invitamos a otras iniciativas por el estilo. Nosotros hoy, después de la clase, estamos invitando a un espacio de géneros para empezar a intervenir y participar en este tipo de posicionamientos. Por último presento a Facundo. Además agradecer tu presencia acá y valoramos mucho tu aporte. Facundo (corregidme si me equivoco) es Psicoanalista, miembro titular de la Asociación Argentina de Psiquiatría y Psicología de la Infancia y Adolescencia y Presidente de la Asociación Psicoanalítica de Paraná. Y bueno nosotros queríamos desde Pampillon regalarte la revista que hacemos, la Revista “La Oreja”, está incluida la perspectiva de género en la misma que creemos es un tema que hay que hacer y, bueno, te agradecemos mucho. [07:38]. Aplausos.
FACUNDO BLESTCHER:
Bueno, ante todo, buenas tardes a todas y todos. Lamento la demora pero hace horas que estoy como tratando de llegar a Rosario, y hubo un retraso del avión, y a eso se agrego una caída del radar de la torre de control antes de despegar, de modo tal que estuvimos como una hora sentados dentro del avión esperando para ver si podíamos salir con lo cual tendria que haber llegado hace como una hora. Pero, bueno, más allá de eso estamos aquí y estamos para pensar algunas de las cuestiones que se señalaban en la presentación y para pensarlas al interior del Psicoanalisis, desde la especificidad misma del Psicoanalisis intentando distinguirla de otros discursos que si bien se han constituido en campo fecundos para la interpelación tienen sus propias particularidades como son el caso de los estudios de género.
La temática que yo voy a tratar de… (Se produce acople de sonido). Decía, que la cuestión que yo propuse trabajar tiene que ver por una parte con una serie de desarrollos que Silvia Bleichmar ha realizado y que están de alguna manera compendiados en un libro que se publicó en 2006 que es “Paradojas de la Sexualidad Masculina”, y que se constituyó en lo personal en la incitación para un programa de trabajo que derivó finalmente en mi Tesis Doctoral. La significatividad que tiene para mí este tema es, por un lado, enraíza con una serie de aportes de Silvia Bleichmar de la cual yo, en la apertura, seguramente muchos de nosotros compartimos ese momento inicial de esta Cátedra, señalaba en relación a la importancia no solamente de recuperar sus aportes metapsicológicos, psicopatológicos y clínicos, sino también un modo de posicionarse al interior del Psicoanalisis y de pensar el Psicoanalisis, del cual yo me siento profundamente comprometido en relación a continuar esa herencia de pensamiento, aun cuando, algunos de los desarrollos de Silvia, como yo señalaba, se hayan constituido en incitación para teorizaciones que ahora siguen un camino propio. Y que en algún sentido también amplían algunas de las consideraciones que Silvia ha realizado, pero que se nutren, indudablemente, en términos de filiación de los que han sido las conceptualizaciones teóricas y los debates a los cuales Silvia nos introdujo y que en algún sentido como yo señalaba también en aquella ocasión en que nos encontramos por primera vez, tienen que ver con un intento, muy riguroso, de tratar de sostener la vigencia del Psicoanalisis, no en la reiteración repetitiva de sus formulas canónicas, sino en una profunda depuración de sus paradigmas de partida. Porque tal como Silvia señalaba y esto es algo que yo comparto, si el Psicoanalisis se encuentra en crisis, cosa que en numerosos diagnósticos del estado actual del Psicoanalisis se señala, no es por efecto de las fuerzas relativas de lo que podríamos designar como nuestros adversarios, como son las neurociencias o las Psicologías, sino que esta crisis también se debe a la acumulación dentro mismo del Psicoanalisis de una serie de impasses y aporías[1] que no se han podido resolver suficientemente. Desde ese lugar es desde donde yo decía, que me interesa, en todo caso como vamos a tener que abreviar en orden a la disposición de tiempo, puntuar por donde pasan algunos de los aportes de Silvia Bleichmar relativos a la problemática de las identidades sexuales, en particular, respecto de la constitución de la sexualidad masculina. Y, si nos queda tiempo, hacer algunas de las puntuaciones que yo considero que constituirían por así decir las implicaciones de la revisión de esta problemática en el campo de la llamada diversidades sexuales. Ojala pueda hacer, mas o menos, eso que me propongo.
Yo les señalaba también la realidad, desde que nos vimos que si, tradicionalmente se dice en la historia de la Literatura, que con [Salto y Escamiu[2]], se produjo la aparición de una nueva concepción que empieza a entender a la Literatura como compromiso, a mi me da la impresión y tengo además en algún sentido una cierta seguridad al respecto, que el pensamiento de Silvia Bleichmar ha tenido para el Psicoanalisis contemporáneo esa misma significatividad. Es decir habernos ayudado a entender al Psicoanalisis no solamente en su dimensión teorética[3], tanto teórica cuanto clínica sino también en términos de compromiso. Y ese compromiso tiene que ver no solo con un modo de pensar la subjetividad del tiempo sino también con una manera de intentar colocar el Psicoanalisis a la altura de la resolución de los modos de sufrimientos por los cuales atraviesan los sujetos en la actualidad. Esa tarea no es una tarea menor justamente en la medida en que supone un trabajo de critica muy rigurosa en la medida en que el Psicoanalisis en su propio modo de reproducción no puede evitar los mismos procesos de represión que se cumplen en la teoría y que reflejan de alguna manera los mismo modos de represión que se operan en el propio sujeto síquico. Esta idea, que la misma teoría va siguiendo, uno diría, los movimientos del objeto pero simultáneamente también los movimientos del propio sujeto que teoriza en relación al objeto, hace que la propia teoría psicoanalítica se vea atravesada no solamente por las problemáticas que uno podría designar como problemáticas sociales sino por los movimientos de clausura que dentro mismo del sujeto y dentro mismo de los psicoanalistas se producen permanentemente allí donde intentamos capturar un objeto que justamente se particulariza por el hecho de que se nos sustrae en el momento que suponemos haberlo cercado. Desde ese lugar es que la tarea de depuración de los paradigmas se constituye en una exigencia para el Psicoanalisis en este momento no solamente teórica, no solo para garantizar la estabilidad de nuestro estamento sino para preservar los núcleos más fecundos de lo que ha sido indudablemente la teoría más importante acerca de la subjetividad que se ha construido a lo largo de la historia de la humanidad. En ese sentido creo que los aportes que Silvia ha realizado con respecto a la problemática de la Constitución de la Sexualidad Masculina recogen este mismo compromiso sobre todo porque si ustedes han tenido oportunidad de aproximarse al libro de Silvia y, si no es de lo que yo puedo ofrecerles como más recomendable dado que hay escasísima producción en Psicoanalisis con relación a la constitución de la sexualidad masculina y esto tiene que ver justamente con un obstáculo epistemológico que, voy a pasar ahora a mencionar. Pero ya en la introducción del libro justamente Silvia señala que el Psicoanalisis está en deuda con los varones que se han aproximado al diván porque la concepción que el Psicoanalisis ha, hegemónicamente podríamos decir, desplegado desde sus orígenes hasta el presente, no ha alcanzado a dar cuenta de los modos específicos de la constitución de la sexualidad masculina y por lo tanto también de sus formas particulares de sufrimiento. Esto se debe en gran medida a la persistencia dentro del Psicoanalisis incluso mas allá de las re-lecturas que se hicieron posteriormente con la intención de remozarlo, de una suerte de, podríamos decir, prejuicio inicial, que está presente en Freud y que uno podría rastrear en el conjunto de todos los discípulos que siguieron con posterioridad a Freud, que es la suposición de que la masculinidad o la sexualidad masculina constituye un dado por sentado, es decir, la idea de que en la teoría psicoanalítica la masculinidad o la sexualidad masculina es una suerte de a priori natural que sigue una suerte de evolución lineal que, ustedes recuerdan, está sostenida en la idea de que la sexualidad masculina se encuentra menos sometida a variación que la sexualidad femenina. Si ustedes recuerdan los textos clásicos freudianos desde 3 Ensayos, a todo el conjunto de los textos relativos al Complejo de Edipo cuanto a los mas tardíos referidos a la sexualidad femenina, una de las primeras cosas que aparece es la idea de que la sexualidad masculina no está sometida estrictamente a un proceso de constitución sino que es una suerte de a priori que está sometido a un proceso de evolución aparentemente natural en la medida que el varón conserva la zona erógena y el objeto de la sexualidad infantil y que la interdicción paterna al interior del complejo de Edipo lanza la exogamia pero conservando tanto zona como objeto al menos en las formas heteronormativas de la elección heterosexual. Muy por el contrario y por contraste, la sexualidad femenina en la obra clásica si aparece como sometida a mayor cantidad de vicisitudes. Ustedes recuerdan el famoso mito de la sexualidad femenina entendida como continente negro, como objeto oscuro, como pregunta prácticamente irresoluble para el Psicoanalisis relativo a que la femineidad si estaría mayormente sometida a mayores exigencias de transformación, respecto de la sexualidad infantil. En la medida que ustedes recuerdan los textos canónicos señalan que en el caso de la mujer debe producirse un doble viraje: por un lado un viraje que concierne a la zona erógena rectora de la sexualidad infantil, del clítoris a la vagina, con justificación de la represión sobre el placer clitoridiano suponiendo que el placer vaginal debe sustituir, en la normalidad, el placer clitoridiano infantil. Y por otra parte en la elección heterosexual se produce un viraje del objeto, en el cual tiene que producirse, ustedes recuerdan, una suerte de distanciamiento con respecto al objeto primario que, en general, es la madre, para producir esa suerte de desplazamiento final hacia el hombre. Mas allá de todo lo que ustedes saben en relación a la asignación que en la obra freudiana y, posteriormente se hace, que atribuye a la mujer el carácter de castrado a priori y todo esto, por supuesto, atravesado por una serie de discursos y de determinaciones que nosotros podríamos decir que son socio históricas. Quizá, uno diría, la teoría de la sexualidad femenina junto con la ausencia de una teoría de la constitución de la sexualidad masculina constituyen el síntoma más formidable en el pensamiento psicoanalítico de lo que podríamos designar la transformación de una teoría sexual infantil devenida en teoría del Psicoanalisis. Esto es algo que plantea también Laplanche al señalar la necesidad del Psicoanalisis contemporáneo, de discernir lo que son los modos fantasmaticos con los cuales los seres humanos intentan teorizar con respecto a los enigmas de la sexualidad, de lo que es propiamente la teoría psicoanalítica. Nosotros podríamos decir que en estos dos casos: la teoría de la constitución de la sexualidad femenina y la ausencia de una teoría de la constitución sexual masculina, se encuentra de algún modo y, a mi modo de ver, el síntoma más formidable de una teoría sexual infantil devenida en teoría Psicoanalítica. Que los niños en la época de Freud hayan supuesto una teoría de la castración para explicar la diferencia de los sexos no justifica la elección del operador castración como concepto teórico fundamental sin que eso suponga un transporte que en muchos casos es abusivo, y que valga, por supuesto, una alteración del campo semántico con relación al modo con el cual se acuña el concepto en el inicio y los modos que luego adopta en la evolución del pensamiento. [21:38]. En ese sentido, Laplanche mismo señala que la teoría psicoanalítica está impregnada de mitos-teorías. Es decir la acumulación espuria[4] de modos de representación. Ya sean modos de representación fantasmatico del sujeto en su análisis erigido posteriormente en teoría oficial o de saturación de representaciones sociales que definen modos de producción de subjetividad que luego se convierten en teoría oficial. Pensar que el Psicoanalisis está en algún sentido impregnado de mito-teorías es tratar de diferenciar aquello que constituye lo que podríamos designar su núcleo teórico de los modos con los cuales inevitablemente la subjetividad de una época se inscribe forzosamente en la teoría dando lugar a una suerte, yo decía, de elevación de un modo de producción histórica a teoría científica. En este sentido yo me animaría a decir y lo voy a decir casi apolíticamente porque no hay tiempo de desarrollar todos los debates que implica esto en la historia del Psicoanalisis que, la teoría de la sexualidad femenina en Freud es el atravesamiento del Psicoanalisis por el modo de subjetivación femenina de la época Victoriana. Cosa que ya, los estudios feministas se han ocupado a lo largo del siglo de  denunciar. Estudios Feministas que como ustedes saben no han tenido, en general, una simpatía, por así llamarla, muy importante hacia el Psicoanalisis justamente por haber denunciado muy tempranamente, antes que el Psicoanalisis mismo haya advertido la incidencia de los discursos históricos en la concepción freudiana de la sexualidad femenina. Con lo cual por supuesto que, en gran medida, la modificación o la revisión de la teoría clásica relativa a la constitución de la femineidad se la deberemos a la interpelación a la cual los estudios de género sometieron al Psicoanalisis, en particular, los movimientos feministas. Cosa que hoy de algún modo se replica no ya en el campo de la femineidad sino en el campo las diversidades sexuales. Donde son los grupos políticos ligados a las minorías, a las llamadas minorías sexuales, o también los conocidos como discursos queer o teorías queer[5] o teorías LGBT, aquellas que hoy nos demandan una revisión de ciertas concepciones que en numerosas ocasiones aun persisten en el Psicoanalisis como es por ejemplo la que se mencionaba en la presentación de suponer que todo transexualismo es una psicosis. Eso que es un formulado de carácter universal y que constituye por supuesto una generalización abusiva se lleva, uno diría, de los pelos con cualquier observación clínica de los sujetos trans, en los cuales de ninguna manera es admisible una generalización de ese carácter. Sin embargo el Psicoanalisis reproduce y en particular ciertos Psicoanalisis, sobre todo el Psicoanalisis francés actual, una suerte de bipartición simplista en la cual se ha decidido que el transexualismo es equivalente a una psicosis del travestismo en la perversión. Esas formas son las que hoy resultan, no solamente discordantes con la época, porque yo no estoy planteando una suerte de relativismo histórico en la cual tenemos que agiornar nuestra teoría para remozar los modos actuales de subjetividad. Digo que no se lleva bien con los hechos. Ni con los hechos de la realidad social ni tampoco con los hechos de la clínica, porque quienes hemos tenido ocasión de acompañar a sujetos trans (travestis, transexuales o transgeneros) en el decurso de sus análisis, jamás podríamos llegar a esa conclusión sin que esa conclusión sea no más que la repetición (…?...)[6] de un prejuicio devenido en teoría. En este punto donde yo decía que la intención que anima en gran medida este libro inaugural de Silvia Bleichmar y los desarrollos que yo y otros, por supuesto, hemos podido hacer a partir de ahí, tiene que ver justamente con este intento de depuración de las mito-teorías que sería lo mismo que decir, de un modo que Laplanche lo señala de un modo simpático, cuando se refiere a la teoría de la castración, y dice que la teoría de la castración es la teoría de Freud y Hans. La cuestión es cuando la teoría de la castración deja de ser simplemente un modo de teorización que Hans construye para explicarse las formas, a partir de los discursos dominantes de la época, de la bipartición de los sexos para constituirse en teoría psicoanalítica a secas. Ese desmontaje, podríamos decir, deconstructivo entre mito-teorías y teoría psicoanalítica es el espíritu que anima lo que yo estoy presentándoles y lo que está presente en la intención inicial que Silvia plantea en su revisión relativa a la constitución de la sexualidad masculina.
Para poder introducir eso vamos, de una manera apretada, a establecer quizá algún tipo de categorías que nos permita partir de una suerte de sustrato común. La primera cuestión tiene que ver con el hecho que si estamos hablando de identidad sexual sabemos que la cuestión de la identidad no es un tema que haya vectorizado fundamentalmente el Psicoanalisis porque no concierne a la problemática del inconsciente. Con lo cual las problemáticas relativas a la identidad han tenido fundamentalmente su auge hacia fines del siglo 19 y principios del siglo 20 y han atravesado sobre todo el debate de las ciencias sociales, particularmente en la antropología y, a partir de allí, han devenido inquietud para el Psicoanalisis. Prácticamente la noción de identidad está ausente en la obra de Freud como categoría conceptual. Y en los primeros desarrollos freudianos, también. Por qué? Porque fundamentalmente la cuestión de la identidad concierne a una problemática que podríamos decir que coresponde a la tópica del Yo y por lo tanto no se verificó central en los orígenes del Psicoanalisis sino en todo caso en momentos mas tardíos cuando ya establecida la teoría del Inconsciente comienzan a establecerse ampliaciones teóricas y en un momento como el presente la problemática de identidad no solo se constituye en una problemática actual sino además actualizada. Hoy en la presentación también se mencionaba que cuestiones tan presentes y tan contemporáneas como son el matrimonio igualitario o como es también la cuestión de la Ley de Identidad de Género, como son las diversidades sexuales, pero también como son el conjunto de los estudios conocidos como post-coloniales, es decir, aquellos que vuelven a poner el acento mas allá de los discursos hegemónicos colonialistas, sobre los particularismos y sobre las formas con las que se constituyen las identidades nacionales ha vuelto, por así decir, a poner sobre el tapete, no solo el Psicoanalisis sino el conjunto de las ciencias sociales, la problemática de la identidad. Refiriéndonos a la cuestión de la identidad y en particular a la identidad sexual entonces, supone en primer lugar advertir que las problemáticas de la identidad conciernen a la Tópica del Yo y por  tanto al modo con el cual se organiza en términos identificatorios. Y si bien es cierto que la identidad tiene, por así decir, como toda organización que concierne al yo un cierto carácter defensivo y por tanto se constituye en la polaridad a lo inconsciente no deja de ser cierto también que la identidad concierne a los modos con los cuales el sujeto se representa a sí mismo...(30:23)



[1] aporía

  1. f. filos. Dificultad lógica insuperable de un razonamiento o de su conclusión:
    Zenón de Elea propuso varias aporías en defensa de las tesis de Parménides contra el movimiento.

[2] No pude identificar bien los nombres de estos autores. No sé si están bien escritos.

[3] teorético, ca

  1. adj. Que se dirige al conocimiento teórico, no a la acción o a la práctica:
    propuesta teorética.
  2. f. Estudio del conocimiento

[4] espurio, ria

  1. adj. Bastardo, nacido fuera del matrimonio:
    siempre reconoció a su hijo espurio.
  2. Falso, no auténtico:
    firma espuria; documento espurio.

[5] La teoría queer es una hipótesis sobre el género que afirma que la orientación sexual y la identidad sexual o de género de las personas son el resultado de una construcción social y que, por lo tanto, no existen papeles sexuales esenciales o biológicamente inscritos en la naturaleza humana, sino formas socialmente variables de desempeñar uno o varios papeles sexuales.
[6] No he encontrado definición para esta palabra que suena como “hipolarica” o “ipolarica” o “icolanica”.

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