ANEXO
al Proyecto “Mejoremos la Salud de todos humanizando el Trabajo”, Agrupación
Celeste Solidaria en DAMSU, Agosto 2013.
En el
mes de mayo de 2013 el Profesor Dejours estuvo en Buenos Aires, invitado
primero por la Universidad de Buenos Aires y la Editorial Topia de la Facultad
de Psicología y después por la Secretaria de Extensión de la Facultad de Psicología
de la UNR, donde dictó tres conferencias sobre etiología de enfermedades
mentales derivadas de los últimos métodos en la organización del trabajo que se
aplican en empresas e instituciones. El doctor Christophe Dejours es psiquiatra
y psicoanalista, profesor del Conservatorio Nacional de Artes y Oficios y
Director del Laboratorio de Psicología del trabajo, en Francia. Un grupo de
personas, afiliados al DAMSU, integrantes de la Agrupación Celeste Solidaria,
algunos de ellos integrantes de la Comisión Directiva de nuestra Obra Social,
preocupados por evidencias de deterioro en las relaciones entre colegas y
compañeros de trabajo, nos pusimos a estudiar el tema, encontrando en estas
conferencias (y una vasta bibliografía), la oportunidad de comprender la
actualidad del sufrimiento en el trabajo. La introducción de técnicas que nos fragmentan
y debilitan provocándonos desaliento, aislamiento, soledad, impotencia y
enfermedades más graves, nos roban también la oportunidad de poder guiar nuestras
vidas y felicidad a través del trabajo. El trabajo que tiene en cuenta y
desarrolla relaciones y significados en relación al individuo, la sociedad, la
civilización y la cultura. Lo que presentamos a continuación es la desgrabacion
de las citadas conferencias de las que hemos omitido las partes que no
responden estrictamente a la temática como son las presentaciones,
agradecimientos, etcétera. Por otro lado se puede acceder a los videos hablados
en francés y traducidos al español en YouTube, por medio de los vínculos
insertados en el texto o por medio de un Buscador en Internet.
I
CONFERENCIA: “SUBLIMACION: ENTRE EL PLACER Y EL SUFRIMIENTO DEL TRABAJO” ”, en
Facultad de Psicología de la UNR. 6 de Mayo 2013.
Reseña histórica
La Clínica del Trabajo se
desarrolló en Francia primero, entre las dos guerras y sobre todo en los años
siguientes a la segunda guerra, con el nombre de Psicopatología del Trabajo. Lo
nuevo de esta clínica a partir de algunos trabajos de investigación en los años
’80 resultan del encuentro entre el Psicoanalisis y otra disciplina que es la
Ergonomía, consagrándose ésta última
específicamente a la relación fisiológica entre el trabajo y el ser humano, en
el campo de las llamadas Condiciones de Trabajo. Pero un debate que empezó en
los ’70 señaló las limitaciones de la Ergonomía en el campo de la salud mental,
y de allí emergió actualizada la nueva Clínica del Trabajo. Al principio nos interesábamos
solamente por las patologías ocasionadas por las restricciones y las limitaciones
en el trabajo. Más adelante el campo se amplió, mas allá de las enfermedades
mentales, para dedicarse a la investigación de los recursos síquicos
movilizados por los hombres y mujeres que no se enferman, a pesar de las
condiciones deletéreas de las restricciones del trabajo. Entonces, esta mayoría
es la que está dentro de la normalidad. La población normal se convirtió en
objeto de investigación para la Psicopatología del Trabajo. En la investigación
de cómo hacen para no enfermarse, se
descubrieron estrategias de defensa contra el sufrimiento en el trabajo y, en
particular se puso en evidencia, la construcción de defensas por el colectivo
de trabajo. Estrategias de defensas por el colectivo, entonces, que no se
conocían hasta ese momento en Psicoanalisis. Y estas estrategias de defensa,
son extraordinarias, son muy numerosas y se ajustan muy bien a cada situación
de trabajo. Después de la patología y de la normalidad, luego nos interesamos
por las condiciones especificas que permiten, a veces, acceder al placer en el
trabajo. Incluso la construcción de la salud mental gracias al trabajo. En
razón de la expansión progresiva de este campo de la Psicología del Trabajo, en
1992 se propuso la creación de una nueva disciplina que es la Psicodinámica del
Trabajo. Para reunir todas estas investigaciones que van desde el sufrimiento
hasta el placer en el trabajo, desde las patologías mentales hasta el
desarrollo de sí mismo por el trabajo. Esta clínica es de una gran riqueza y de
una gran diversidad. Es una clínica evolutiva porque el mundo del trabajo
cambia y la clínica también cambia. Las defensas se deben ajustar a las nuevas
formas de organización que aparecen en la evolución de las modalidades en la
organización del trabajo. La Psicodinámica del Trabajo no es solamente una
disciplina clínica, también es una teoría centrada sobre el análisis de la
Etiología, los procesos que causan tanto el sufrimiento en la aparición de
patologías como el placer y la salud en el trabajo. Porque es difícil entender
como el trabajo se puede convertir en un mediador de la salud mental. Una de
las tesis principales de esta teoría se formuló bajo el nombre de “centralidad
del trabajo para la subjetividad”. Durante mucho tiempo fue ignorada y dejada
de lado en el Psicoanalisis. Esta Psicodinámica del Trabajo se desarrolló sobre
todo gracias a la confrontación con otras disciplinas, que no son del
Psicoanalisis. Primero la Ergonomía y la Medicina del Trabajo, después en un
segundo momento la Sociología, sobre todo con dos ramas de la Sociología: la
Sociología de Ética y la Sociología de la División Sexual del trabajo o
Sociología de Genero. Luego la confrontación se hizo con la Antropología y
luego con la Filosofía, sobre todo con la Fenomenología, más precisamente con
la Fenomenología de Michel Henry. Hay
también un prolongado debate con la Escuela Frankfurt desde hace unos diez
años. La Psicodinámica del Trabajo está también relacionada al Derecho porque
este debe evolucionar para integrar las nuevas preguntas y cuestiones
planteadas por la salud mental en el trabajo. Recientemente se abrió una
investigación científica entre Psicodinámica del Trabajo y Economía. Toda esta
discusión interdisciplinaria se realizó durante unos treinta años, sin los
Psicoanalistas. Recién desde hace dos años, las escuelas de Psicoanalisis se
abren a la cuestión del Trabajo. Primero en Francia pero también en otras
capitales europeas, en Canadá, en Brasil y tal vez, también, en Argentina. Esta
nueva coyuntura esta en relación con el hecho que hoy en día muchos
psicoanalistas reciben pacientes cuya consulta inicial tiene que ver específicamente
con el sufrimiento en el trabajo. Para dar respuesta a esta problemática en el
trabajo hay que partir de considerar el corpus del método psicológico
freudiano. Hay que comenzar con el análisis de aquello que en el trabajo
convoca a la subjetividad. Una de las guías posibles es examinar lo que la
Psicodinámica del Trabajo, después de este largo camino de treinta o cuarenta
años podría aportar a la Teoría de la Sublimación en la etapa en que Freud la
dejó.
Trabajo de concepción versus
trabajo de ejecución.
Hay que señalar, en primer
lugar, la oposición que tradicionalmente se hace entre el trabajo de concepción por un lado y el trabajo de ejecución por el otro. El trabajo de concepción pasa
por más noble mientras el trabajo de ejecución seria más simple y vulgar. Esta
distinción entre ambos no es falsa pero hay que subrayar que, en realidad, no
existe trabajo de ejecución, si por este término queremos designar una
actividad organizada por una estricta obediencia a las prescripciones
formuladas por los profesionales de concepción.
El trabajo es una relación
subjetiva. Primer nivel de la sublimación.
Todos los que trabajan giran
alrededor del reglamento, no siguen las reglas de procedimiento, transgreden
las órdenes y engañan o hacen trampas con las consignas. Nadie respeta las órdenes,
en ninguna parte. No solo por un gusto inmoderado a la resistencia o la
desobediencia sino, más corrientemente, para hacer bien las cosas. Y esto,
porque el trabajo concreto no se presenta nunca exactamente como lo prevén los
conceptores y los organizadores. Siempre hay imprevistos, desperfectos,
disfuncionamientos, incidentes, en todo trabajo. Lo que esta prescripto, lo que
se llama en Economía la tarea, lo que
hacen los trabajadores concretamente, es diferente de la tarea, y es lo que se
llama la actividad. Trabajar es, en
resumen, ajustar constantemente, adaptar, usar recursos artesanales,
interpretar. Aquel que no sabe engañar o hacer trampas o no se anima es un mal
profesional. Porque aquel que se limita estrictamente al cumplimiento de las
prescripciones y de las ordenes, no hace otra cosa que huelga de celo o trabajo
a el reglamento. Ninguna empresa, ningún taller, ninguna organización, puede
funcionar si las personas se limitan a la ejecución de los procedimientos
oficiales. Incluso en un ejército, donde los hombres obedecerían las ordenes
solamente, sería un ejército vencido. En el ejército, se dice, no hay que
obedecer solamente las órdenes, hay que interpretar las órdenes, es decir, hay
que ser transversal. Si los enfermeros ejecutaran estrictamente las ordenes de
los médicos, habrían muchas más muertes en los Hospitales, cosa que ellos
evitan gracias al celo en el trabajo. En cualquier organización no solo hay que
obedecer las órdenes, hay que interpretarlas, es decir hay que ser transversal.
Este celo del que hablamos es lo que se llama el trabajo vivo. Ninguna organización puede privarse de él. Es lo que
hay que agregar a las prescripciones para que eso funcione. El trabajo vivo es
uno de los términos que hemos repatriado, en Psicodinámica del Trabajo, que
habían sido propuestos por Marx en sus primeros trabajos de filosofía, que
estaban dedicados precisamente al estudio del trabajo, lo que llamamos el joven
Marx. Sobre todo a partir de los manuscritos de 1844, que también se llaman Los
Manuscritos de Paris. Lo que Marx decía a propósito del trabajo era que el
trabajo es Vivo, Individual y Subjetivo. Los tres términos son de Marx. No
sabíamos que Marx se había preocupado por la relación entre subjetividad y
trabajo porque la herencia marxista olvidó un poco las primeras investigaciones
de Marx, el Marx filósofo. De este enfoque del trabajo por medio de la
Ergonomía, en la Clínica del Trabajo, surge que el trabajo se presenta a
nosotros como un enigma, para ustedes como para mí. El propio trabajo de
ustedes es un enigma, para ustedes. Y mi propio trabajo es un enigma para mí.
¿Qué hay que agregar a las prescripciones para que eso funcione? Nunca lo sabemos
por anticipado y en gran número de casos hay que intentar francamente las
soluciones. Aparece aquí la pregunta sobre la naturaleza de la inteligencia que
está convocada aquí en el trabajo vivo, cuáles son sus resortes psicológicos.
Es en razón del compromiso de la subjetividad en el celo que el trabajo no
puede ser nunca neutro con respecto al yo y a la salud mental. Puede generar lo
mejor y lograr que el trabajo se convierta en un mediador esencial en la salud.
Pero también puede generar lo peor y conducir a una enfermedad mental
descompensada. En otras palabras el trabajo no puede ser considerado como un
entorno, esto pertenece a las concepciones del estrés en el trabajo. El trabajo
no es un entorno, el trabajo penetra dentro de la subjetividad, hasta lo más
profundo de uno mismo y es por eso que el conocimiento del trabajo, del trabajo
vivo, es tan importante para el Psicoanalisis. El trabajo vivo es lo que el
sujeto debe agregar a las prescripciones para llegar a los objetivos. Aun en
trabajos de tecnología muy conocida y controlada como una Central Nuclear,
ocurren imperfecciones todo el tiempo, y es el trabajo vivo el que muchas veces
evita las catástrofes. Si un conductor de tren se distrae, aun conduciendo un
tren controlado electrónicamente, puede ocasionar una tragedia. Frente a los
acontecimientos inesperados, disfuncionamientos en el trabajo ordinario,
contraordenes que vienen de la jerarquía, perturbaciones que provienen de
demandas urgentes formuladas por terceros, fallas en las actividades de otros
servicios que son cada vez más numerosas, el desestimiento de último minuto.
Todas estas anomalías, todos estos imprevistos es lo que constituye lo real del trabajo. Lo real, es lo que
se da a conocer a quien trabaja, por su resistencia al dominio, al control. Hay
entonces una paradoja: es en el momento que ya no funciona más, en el momento
que mi técnica ya no funciona más, que estoy frente a lo real. Entonces la
experiencia de lo real del mundo se hace conocer primero a la manera del
fracaso. Trabajar es ante todo fracasar y es en ese momento cuando hay que volverse
inteligente y desarrollar el trabajo vivo. Pero la experiencia del fracaso es
fundamentalmente una experiencia afectiva. Sorpresa, desagrado, molestia,
irritación, decepción, cólera, sentimiento de impotencia, desaliento. Todos
estos sentimientos forman parte integrante del trabajo, son la materia
fundamental del conocimiento del mundo. Entonces es afectivamente primero, que
lo real del mundo, se revela al sujeto que trabaja. Por lo tanto la experiencia
subjetiva es primera. Antes de todo conocimiento del mundo, esta la
subjetividad. La objetividad viene siempre en segundo lugar. Esto es una
inversión de las concepciones clásicas en la Filosofía del Conocimiento. Si
evitamos la subjetividad no puede haber nuevos conocimientos en el mundo. La
subjetividad hay que estudiarla, no dejarla de lado. La experiencia de lo real
es una experiencia afectiva y aquel que es lo suficientemente insensible, es
inevitablemente torpe. Rompe la maquina porque no siente cuando la maquina
tiene dificultades. El médico que no es suficientemente sensible desestabiliza
al paciente porque no es capaz de reconocer la angustia del otro. Para conocer
afectivamente el mundo, y entonces, para conocer el mundo hay que tener un
cuerpo primero. Porque es con el cuerpo que se sienten los afectos. Trabajar es
entonces fracasar, soportar el fracaso, volver a intentarlo, volver a fracasar,
pensar en la solución, volver a la obra, pensar incluso fuera del trabajo,
aceptar cierta invasión por la preocupación de lo real y de su resistencia. Trabajar
no es solo fracasar es también ser capaz de resistir tanto tiempo como sea
necesario para encontrar la solución permitiendo sobrepasar lo real. En
realidad esta resistencia al fracaso es el momento decisivo. Es que para
encontrar la solución hay que establecer de entrada una verdadera intimidad con
la resistencia de lo real. Hay que hacer cuerpo con lo real. Y podemos contar
que el enigma de la real, que se presenta en todo trabajo, necesita primero ser
apropiado por el cuerpo. Encontrar la solución que conviene es imposible sin
formación previa de una familiaridad afectiva y subjetiva entre el cuerpo y lo
real. Es lo que el filosofo Michel Henry teorizó con el concepto de corpropiacion del mundo. La
cuerpopiacion no es solo cognitiva, lo esencial de su genio se juega en el
cuerpo a cuerpo con lo real. Al final de cuentas cada configuración de lo real
encontrada en el trabajo, obliga al trabajador a formar en si mismo nuevas
habilidades que no poseía antes. De manera que el trabajo entendido como trabajo
de producción, en griego es poietis,
para que sea un trabajo de calidad convoca a la subjetividad hasta sus bases
más intimas. Cada nueva habilidad es de hecho el resultado de una elaboración
de la experiencia subjetiva del cuerpo relacionada con lo real. Es el cuerpo el
que confiere a la inteligencia su genio. Así el trabajo de producción, poiesis,
se transforma gracias a la resistencia en “exigencia del trabajo, arbeit en alemán, impuesta al siquismo
por sus relaciones con el cuerpo”. Es la definición de la pulsión de Freud en
1915. En léxico freudiano el término arbeit
figura con distintas connotaciones. Arbeit
significa trabajo, Arbeiten trabajar.
El trabajo poiesis implica en un
segundo tiempo un trabajo de uno sobre uno, que ya no implica poiesis sino arbeit en sentido freudiano.
El termino arbeit aparece en muchas
expresiones. Y es este trabajo de uno sobre uno que de hecho es un trabajo, lo
que nos obliga a modificar es la relación que tenemos con nuestro propio cuerpo
hasta el punto de poderlo habitar de otra manera diferente de la que lo
habitamos hasta ahora. La poiesis exige de nosotros que desarrollemos nuevos
registros de sensibilidad que no estaban allí antes del trabajo. Esta
transformación en la manera de habitar nuestro cuerpo pasa por la colonización
de la subjetividad por el trabajo, fuera del tiempo de trabajo, hasta en los
insomnios, incluso en la economía de las relaciones amorosas. Pero también en
los sueños. Soñamos con nuestro trabajo. Y es un tiempo importante, que marca
justamente, la modificación del cuerpo con su propio cuerpo, que exige la
formación de nuevas habilidades. El trabajo del sueño, gracias a la regresión
formal, permite la transformación del cuerpo subjetivo. Para demostrar esto hay
que basarse en estudios de cuna Psicoanalítica que se pueden encontrar en
investigaciones publicadas en las últimas ediciones de Topia. A fuerza de
trabajar la madera el carpintero siente la presencia, la huele con su olfato,
con su tacto, y desarrolla registros de sensibilidad en madera que las otras
personas ignoran. El marinero a fuerza de pelear con las olas, siente el agua,
las olas, el océano con un placer ignorado por los demás. A fuerza de luchar
con su instrumento, el violinista oye en el arte de otro virtuoso, sonoridades
a las que no habría tenido acceso, antes de haber estudiado el mismo su violín.
El trabajo sobre la materia también es válido para el educador, el profesor, el
trabajo intelectual. Es con el cuerpo que el profesor siente y sigue la escucha
del público y ajusta su saber-hacer corporal, su actuar dramatúrgico, para
suscitar la atención de sus alumnos. Con el cuerpo, afectivamente, sentimos el
contacto con el paciente, y adquirimos conocimiento sobre su estado síquico, e
incluso en las etapas más intelectuales, la inteligencia se basa en un
conocimiento por cuerpo. La manera en que el trabajo ordinario convoca a la
subjetividad, en el trabajador hábil, constituye el primer nivel de la
sublimación, gracias al cual la subjetividad puede hacer la experiencia
extraordinaria de la ampliación, el crecimiento de sí.
El
trabajo es una relación con el otro.
Aunque todo lo que tiene que
ver en la relación del sujeto con la tarea ya de por si es complejo, limitar
este análisis a la centralidad subjetiva del trabajo, es una simplificación
injustificada. El trabajo implica también, en la mayoría de las situaciones
comunes, una relación con el otro.
Trabajamos para alguien. Trabajamos para un cliente, para un jefe, para los
subordinados, para sus colegas. El trabajo también implica a veces lo colectivo
cuando nos centramos en la cuestión de la cooperación. Existe siempre un
desfasaje entre el trabajo prescrito que se designa como la coordinación y la
organización efectiva del trabajo que se llama cooperación. Tarea/Actividad y
Coordinación/Cooperación. La cooperación implica una reformulación consensuada
de la organización prescrita. Se trata de llegar a una interpretación
compartida de las órdenes. Para esto, aquellos que se esfuerzan por trabajar
juntos, en un colectivo o en un equipo, tienen que reformular las condiciones
de las tareas, pero también inventar reglas prácticas conocidas y respetadas
por todos, sobre la manera de hacer trampas con la coordinación. La
construcción de la cooperación tiene muchos eslabones. Pero es necesario
señalar que esta actividad exige, que se establezca entre los que trabajan,
relaciones de confianza. Es la condición necesaria para que cada uno se atreva
a mostrar a los otros, como trabaja el, sin temor que la revelación de sus
engaños, recaiga sobre él. La cooperación se basa sobre una actividad compleja
de confrontación entre las diferentes maneras de hacer trampa. Esta
confrontación está orientada hacia la búsqueda de acuerdos y de consensos sobre
lo que es más eficaz, de lo que es menos, de lo que está bien, de lo que está
mal, lo que es justo o injusto.
Actividad
deóntica.
Es entonces una actividad de
construcción de acuerdos y luego de articulación de varios acuerdos que
llamamos reglas. Es una tarea de
construcción de reglas sobre la manera de interpretar juntos las órdenes y las
prescripciones. Se puede demostrar fácilmente, a partir del análisis del
proceso de construcción de reglas, que una regla no tiene solamente una
vocación técnica. Ella es al mismo tiempo y siempre una regla social que organiza
la civilidad y la vida común. Trabajar no es únicamente producir, también es
vivir juntos. Las reglas del trabajo van siempre de la mano, con un cierto
saber-vivir y una cierta hospitalidad. A esta actividad de construcción de
reglas que consume una gran parte de nuestro tiempo, se le da el nombre de actividad deóntica. Es una actividad que
esta antes de la Deontologia es cuando estas reglas, inventadas en la actividad
deóntica común, pasan a ser una ley. Pero hay muchas actividades deónticas muy
nobles que quedan alejadas, ligadas a oficios.
Noción
de lo colectivo.
No hay colectivo sino cuando
hay reglas intentadas por este grupo de personas para organizar la actividad en
común. Si no, no es un colectivo. Es un grupo, una masa o una multitud, caracterizados
por no haber construido reglas. La actividad deóntica forma parte del trabajo
ordinario y conduce a veces a diferenciaciones muy marcadas entre los equipos o
entre los colectivos, entre los estilos de trabajo, que se diferencian por las
reglas y que a veces exigen la separación, como sucede entre distintas
corrientes o escuelas dentro de una disciplina. Para poder conservar la
coherencia de reglas que sean respetadas por todos.
El
riesgo de la cooperación.
Para poder cooperar hay que
asumir riesgos, correr riesgos. Particularmente el de manifestarse, mostrando
lo que uno hace y decir lo que uno piensa. Las personas asumen el riesgo de
manifestarse en lugar de trabajar todos juntos a reglamento, que sería más
económico. Los que participan en la actividad deóntica en la vida del colectivo
y en la vida en común, aportan de hecho una contribución mayor a la cooperación
y, mas allá, a la organización del trabajo, a la organización de la empresa o
institución, y por ultimo aportan una contribución a la sociedad. Si se
implican de esa manera es porque a cambio de esa contribución, esperan una
retribución.
El
reconocimiento del trabajo. Segundo nivel de la sublimación.
La Clínica del Trabajo es
irrefutable en este punto. La retribución que moviliza a la mayoría de los
trabajadores, no es la retribución material. Si bien esta tiene su importancia,
no es el motor de la inteligencia. La retribución esperada es ante todo una
retribución simbólica y su forma principal es lo que llamamos el reconocimiento. El sentido del término reconocimiento, tiene que ver con la gratitud por el servicio
brindado y un juicio sobre la calidad del trabajo realizado. El reconocimiento
alcanza su dimensión simbólica solamente si es concedido según procedimientos
cuyos criterios son muy precisos. Existen dos formas en el juicio del
reconocimiento. El primero es un juicio
de utilidad económica en la habilidad técnica o social de la contribución
aportada por el trabajador a la organización del trabajo. Este juicio de
utilidad es muy importante para el sujeto porque es lo que le confiere un
status para la organización para la cual trabaja y más allá de esto le da
también un status en la sociedad. Y luego está la segunda valoración que es el juicio de belleza. Se enuncia siempre en
términos estéticos: ‘es un lindo trabajo’, ‘es una bella obra’ ‘es una
experiencia o demostración elegante’, etcétera. El juicio de belleza es primero
la conformidad del trabajo cumplido, con las reglas del arte o con las reglas
del oficio. Este juicio no puede ser vertido sino por otro que conoce el arte.
El juicio de belleza es el juicio de los pares, de los colegas, es el juicio
más severo y el más apreciado. Su impacto sobre la identidad es considerable.
Reconocido por sus pares, un trabajador accede a una pertenencia. Pertenencia a
un equipo, a un colectivo, a una comunidad de oficios. La pertenencia es aquello
a través de lo cual el trabajo permite conjurar la soledad. Cambia la
concepción de nosotros mismos. Existe un segundo aspecto del juicio de belleza
que tiene que ver con el reconocimiento de los pares de la originalidad. Este es incluso más apreciado. Pero este segundo
juicio de belleza no se alcanza si no se consigue primero el anterior. Lo que
es esperado por el trabajador, un juicio de utilidad y belleza, es que este
juicio se refiera a la calidad de la prestación, sobre la calidad del trabajo
cumplido, no sobre su persona, sino que reconozcan la calidad de su hacer y es
en un segundo tiempo que puede, y depende de él, que pueda repatriar el juicio del
registro sobre el hacer, hacia el registro del ser o hacia el registro de la
identidad. El reconocimiento de esta manera tiene un impacto considerable sobre
la salud. Por este reconocimiento el sufrimiento se transforma en placer en el
trabajo. Esto está muy lejos del masoquismo, el placer basado en la erotización
del sufrimiento. El camino que pasa por el reconocimiento es mucho más largo y
no proviene de la co-excitación sexual. Depende del juicio del otro, el término
enigmático de Freud, para calificar la sublimación, adquieren para la
Psicodinámica del Trabajo una significación precisa. “Es una cierta especie de
modificación del objetivo y del cambio del objeto en la cual, nuestra escala de
valores sociales entran al fin de cuentas en lo que definimos con el nombre de
sublimación” (Freud en “Nuevas Conferencias”, 1933). La manera en la que la
escala de los valores sociales en línea de cuenta con la sublimación parece
pasar bien por esos juicios de reconocimiento por los otros. La Psicodinámica
del reconocimiento en el trabajo constituye el segundo nivel de la sublimación
e introduce aquí una nueva dimensión. El éxito de la sublimación depende en
gran parte del juicio de los otros y de la lealtad de los pares. Mientras que
en el primer nivel, el de la cuerpopiacion, es estrictamente intrasubjetivo. Para
el Psicoanalisis la identidad, al llegar a la adolescencia, es incierta,
inacabada, inmadura. Por esto es que el trabajo, a través del reconocimiento, constituye
en muchos casos una segunda chance con respecto a la construcción de la
identidad y la salud mental.
Nuevos
métodos en la organización del trabajo.
En los últimos años se
introdujeron nuevos métodos en la organización del trabajo que contribuyen a
desestructurar la cooperación y los colectivos de trabajo. Y que desestructuran
las lealtades y la confianza entre los asalariados y que finalmente destruyen
la solidaridad. El método que juega el papel principal en esta evolución
dramática es “la evaluación individualizada de las performances”. La evaluación
individual de los rendimientos, asociada a dos otros métodos nuevos, introducen
en el mundo del trabajo practicas totalmente nuevas de las que finalmente cada
una ha llevado a manejarse por su cuenta. Hay una competencia general entre los
asalariados y esto conduce a una paradoja. El éxito de mi colega se convierte
en una nueva forma de organización y en un peligro para mí. Si su rendimiento
es mejor que el mío van a licenciarme a mí en primer lugar. Se rompieron los
resortes fundamentales de la cooperación. Pero además ha introducido la
deslealtad y la gente llevada a consentir a prácticas que sin embargo, su
sentido moral reprueba. Es la característica del mundo del trabajo actual. No
debiéramos tratar a nuestros colegas de esta manera, pero lo hacemos de todas
formas. Cuando el otro es víctima de acoso o de injusticia, yo aprendo a no
moverme y dejar de ser. Hay muchas prácticas que el sentido moral reprueba y
que tienden a generalizarse en el mundo del trabajo. Pero cuando aceptamos
apoyar actos que moralmente reprobamos no solamente traicionamos a los otros,
también hacemos la experiencia de la cobardía. Una nueva forma de la
organización del trabajo, nos lleva a convertirnos en personas cobardes. A no
ayudar, a no socorrer al otro, a no hacer actos de solidaridad. Y al mismo
tiempo lo que hago como experiencia es la de la traición de mí mismo, como si
yo no supiera que no puedo hacer otra cosa.
Sufrimiento
ético.
Comienza a partir de esta
situación, el campo de lo que llamamos sufrimiento
ético, es decir sufrimiento, que está específicamente en relación con la
experiencia de la traición de uno mismo. Al mismo tiempo que yo traiciono a los
otros y que me traiciono a mí mismo, traiciono también el ideal, traiciono los
valores. Y cuestiono, desestabilizo o corro el riesgo de desestabilizar, lo que
proviene de la relación con el trabajo que es la estima de mi mismo. Y también
ese sistema de valores referidos en la cita de Freud más arriba. Es un ataque
contra el amor a uno mismo y yo acepto consentir acciones que son deletéreas
para el narcisismo y la base de la salud mental. Entonces en la sublimación,
hay un tercer nivel que hay que tomar en cuenta. Es la concepción de la
sublimación, para Freud, el cambio de objeto y el cambio de objetivo de la
pulsión, la renuncia al placer sexual de la pulsión desemboca en una actividad
de la que Freud dice que es socialmente valorizada. El primer nivel de la
sublimación, la corpropiacion, el segundo nivel de la sublimación que es el
reconocimiento por los otros, no constituyen una garantía para la dimensión
ética. Sin embargo, el juicio de reconocimiento, implica la dimensión de los
valores sociales. Pero los valores que están en cuestión, en el reconocimiento,
se refieren solamente a la actividad del trabajo mismo, a la calidad del
trabajo, la utilidad del trabajo. Y puedo poner toda esta cooperación y
beneficiarme con el reconocimiento de los otros, en un trabajo que está muy
bien hecho pero que está al servicio de lo peor. Puede ser un trabajo de
calidad y sin embargo estar al servicio de lo peor. Puedo, por ejemplo, hacer
un muy buen trabajo profesional, ser eficaz para la empresa, ser reconocido por
los otros y estar destruyendo a la gente. También puedo beneficiarme con un
juicio de calidad, de un juicio de utilidad y de belleza, mientras que todo mi
trabajo está dedicado al funcionamiento de los trenes que llevan a los judíos a
los campos de concentración. Mientras el juicio de valor se refiere a la
calidad del trabajo, no hay garantías que este trabajo este hecho al servicio
del bien. Los esfuerzos y el compromiso de la subjetividad para obtener esta
calidad necesaria en el trabajo individual y colectivo provienen de la
sublimación. Es el nivel de la sublimación que encontramos en todos los
trabajadores que tratan de hacer el bien, en lo que podríamos llamar la
sublimación ordinaria. Y sin esta sublimación ordinaria no hay producción
posible. Pero no es una garantía, que esta sublimación ordinaria, esté puesta
al servicio del bien.
Tercer
nivel de la sublimación
De allí el tercer nivel de la
sublimación que exige establecer ahora una relación entre el trabajo ordinario
y los valores del interés colectivo, de lo que llamamos el bien común, de lo
que llamamos de manera más refinada la cultura, la acepción del término kultur en alemán que contiene dos
dimensiones. La cultura como actividad cultural pero también la civilización,
es decir, la civilidad y cierta calidad de vivir juntos. La cultura no cae del
cielo y el vivir juntos tampoco cae del cielo. La cultura depende fundamentalmente
de la posibilidad de mantener un lazo entre el trabajo ordinario con los dos
primeros niveles de sublimación. El lazo entre trabajo ordinario y cultura. Si
la cultura es aquello que sedimentan las obras de los hombres y de las mujeres
con el objetivo de honrar la vida, el lazo entre trabajo ordinario y la cultura
le da a la sublimación un tercer nivel que la inscribe esta vez en los valores
relativos a la vida, la vida individual pero también la vida de la
civilización. Hoy estamos en un situación trágica en la que el giro neoliberal
rompe sistemáticamente la relación entre trabajo ordinario y cultura. Y lo
rompe considerando que una empresa no debe funcionar más como antes. Antes las
empresas estaban destinadas a obtener un provecho, un beneficio pero la empresa
también tenía que dar justificaciones de lo que ella podía aportar a la
sociedad, de lo que podía aportar a la cultura y al desarrollo de la felicidad,
con ciertas reservas. Pero, era una exigencia. Hasta hace unos años era un exigencia
que las empresas justifiquen hacia el interior y hacia el exterior y hacia lo
político, que aportaran efectivamente algo al bien común. Con el giro
neoliberal, los dirigentes de empresas rehúsan esa herencia, rechazan esa
tradición, exigen que se rompa esa tradición y que se admite que la única razón
de un empresa es fabricar provecho, beneficio. Es un cambio histórico
fundamental y la rotura entre trabajo ordinario y la cultura se traduce hoy en
día por el crecimiento fantástico del sufrimiento en el trabajo, y de las
patologías mentales de los trabajadores. Y el eslabón más trágico es el del
sufrimiento ético. Para muchos de nosotros es insoportable aportar su
contribución en nombre del dinero actos que moralmente reprobamos. Corremos el
riesgo de arruinar las bases éticas de la moralidad y en razón del sufrimiento
ético aparecieron nuevas patologías mentales y en particular el suicidio en el
trabajo. El suicidio en el trabajo está ligado fundamentalmente al sufrimiento
ético. Es una configuración totalmente nueva. Antes se moría en el lugar del
trabajo pero era debido a enfermedades profesionales o males condiciones de
trabajo físicas, químicas o biológicas o debido a accidentes de trabajo. Hoy en
día con los nuevos métodos de organización del trabajo hay un número de
trabajadores tanto hombres como mujeres, obreros o cuadros que ya no encuentran
ninguna solución a su situación que no sea matarse en el lugar del trabajo ante
el conjunto de sus colegas. Esta cuestión de la sublimación que implica el mantenimiento
del lazo entre el trabajo ordinario y la cultura es lo que podríamos llamar la
sublimación extraordinaria. Supone que se sostenga efectivamente los valores
según los cuales el trabajo debe ser puesto siempre al servicio del crecimiento
de la subjetividad a nivel individual y del crecimiento de la cultura a nivel
colectivo. No quisiera terminar con una nota muy catastrófica. La evolución que
conocemos hoy en día no es fatal, podemos hacerlo de otra manera principalmente
por la siguiente razón. Es que no podemos privarnos de la inteligencia de los
hombres y de las mujeres porque el trabajo es y seguirá siendo siempre el medio
para producir riqueza. Es posible a partir de este dato sobre la sublimación
volver a decir a las cosas pero en términos diferentes. Los empleadores no
pueden privarse de la sublimación. La producción de valores, la producción de
un trabajo de calidad exige fundamentalmente la movilización de los procesos
que están en causa en la sublimación. Es por eso que tenemos un margen para negociar
con los dirigentes y negociar con el Estado. No hay ninguna fatalidad en la
evolución actual.
II
CONFERENCIA: “TRABAJO, ENTRE LA BANALIZACIÓN DEL MAL Y LA EMANCIPACIÓN” ”, en
Facultad de Psicología de la UNR. 7 de Mayo 2013.
Centralidad
política del trabajo
Ayer hablé sobre todo de la
relación subjetiva individual con el trabajo y hoy voy a tratar de abordar, más
específicamente, los problemas planteados por la relaciones entre lo individual
y lo colectivo y abordar, entonces, una segunda dimensión de la centralidad del
trabajo. Exactamente voy a tratar de presentar algunos elementos, solamente, de
lo que llamamos la centralidad política
del trabajo.
El
acoso moral en el trabajo
En el centro de la
cuestión política, se encuentra siempre la cuestión de la violencia. Y lo que
voy a tratar de discutir es la manera en que el trabajo es capaz de jugar un
rol mayor en la conjugación de la violencia en la relación entre los seres
humanos. La actitud hacia la violencia se encuentra en casi todos los seres
humanos. Es solo el gigantismo que puede alcanzar la violencia humana, si la
comparamos con lo que sucede en el resto del mundo animal, es este gigantismo
lo que plantea un problema. La monstruosidad de la violencia humana no
encuentra sus orígenes en los residuos de animalidad, depositados por la
filogénesis, pero esta monstruosidad se basa por el contrario sobre de lo que
hay más humano en el ser, a saber, lo sexual. Es la erotización lo que le
permite al hombre, multiplicar al infinito su violencia y su brutalidad. Es por
esto que Jean Laplanche, en su
análisis de la violencia, introduce el concepto de pulsión sexual de muerte.
Eso no proviene de la naturaleza sino de la cultura, que tiene el poder de
acrecentar cada vez más la violencia y tiene el poder de provocar masacres. Eso
es entonces una paradoja de la cultura que puede colocarse también, en algunas
situaciones, al servicio de la violencia. ¿Es todavía cultura? No es seguro.
Pero si tiene que ver con lo no-natural y con lo mas artificial, que también
tiene una relación con la técnica. Muchas técnicas han sido emitidas al
servicio de la violencia, desde el origen de la humanidad. Pero la técnica sola
no es la civilización, y no es la cultura. Y entonces, para tratar de
comprender a qué condiciones la técnica puede ser puesta al servicio de la
cultura, entonces hay que pasar por un análisis bastante complicado, que nos
remitiría a un concepto de Freud, que muchas veces paso desapercibido, que es
el kultur arbeit, es decir, el
trabajo de cultura. Las guerras así como en los totalitarismos, son
producciones artificiales en las cuales se encuentra implicada la inteligencia.
Ninguna configuración análoga se encuentra en otra parte del reino vivo. De
manera que no podemos tener una concepción irenista.
Cualquiera sea el enfoque disciplinario que se utilice, podemos afirmar que el
hombre está profundamente propenso a la violencia. A la violencia en la esfera
privada y a las guerras en la esfera social. Si admitimos estas premisas, el
problema más aportante de lejos no es explicar la violencia ni la actitud a la
violencia. Es exactamente lo contrario. La cuestión o la pregunta es cuales son
los recursos síquicos de los que necesita un sujeto para poder resistir al
llamado de la violencia. Cuando todo lo empuja a ceder a ella. Hubo en Francia
un libro de Mari-France Hirigoyen que
lleva por título “El acoso moral en el trabajo”, que conoció un extraordinario éxito
y que fue prácticamente traducido a todos los idiomas. Creo entonces que
también debió ser conocido en la Argentina. Ella describe allí en detalle, el
goce del perverso que humilla, insulta, desestabiliza y empuja a su víctima a
la descompensación psicopatológica. Y su descripción es justa. Pero como lo
dije al comienzo de mi exposición, explicar el goce de hacer sufrir a otro,
como lo hace Mari-France Hirigoyen, no presenta ninguna dificultad y no
presenta ningún misterio al Psicoanalisis. De manera que este libro, pasa al
lado del problema de fondo, que plantea el acoso moral en el trabajo. En verdad
eso que actúa en la esfera privada no puede continuar con su pequeño juego
perverso sin el consentimiento de su víctima. Este consentimiento puede provenir
del masoquismo, que es bastante frecuente, pero no necesariamente. No
necesariamente es el masoquismo el que está en cuestión. En efecto, hay otras
fuentes de sumisión psicológica que no provienen del masoquismo como la
dependencia afectiva o las relaciones de dominación de género. Lo que le falta
a este libro es precisamente el hecho que el acoso, cuando se hace en el
trabajo, se despliega siempre en público. A la vista y a sabiendas de la
mayoría, sino de todos. La potencia del acoso viene precisamente de su
publicidad. Y es precisamente esto lo que hace del acoso un método, incluso una
técnica. La técnica de la que hablaba recién. Y no es disfunción aislada. Es un
método que, actualmente, está dirigido como un verdadero método de las
direcciones de las empresas. El acoso entonces, se dirige contra una víctima
pero es bajo la mirada de los otros que saben, que ven y que se callan. ¿Y por
qué no reaccionan ellos? ¿Por qué ellos no socorren a la victima? ¿Por qué
cuando la víctima va a reencontrarse con sus colegas, estos fingen no verla?
¿Por qué cuando se trata incluso de un colega que ellos aprecian, se rehúsan a
firmar el testimonio, testimonio escrito, que necesita el abogado o jurista
para poder defender a la victima? Esta perfectamente claro que, contrariamente
a lo que escribe Mari-France Hirigoyen, el acoso descripto en la empresa no es
ni nuevo ni reciente. Ha sido practicado en todo momento en el mundo del
trabajo, desde la esclavitud hasta las líneas de montaje de automóviles. Lo que
es nuevo hoy en día, cosa que no notó Mari-France Hirigoyen ni la mayoría de
los autores, lo que es nuevo entonces, es la
desaparición de la solidaridad. Y si antes, todos los acosados no se
enfermaban, es porque el sentido de justicia era compartido en una comunidad de
sensibilidad y de indignación. Si hoy en día el acoso hace tales estragos
psicopatológicos, es primero y ante todo porque se trata de una patología de la
soledad. O mejor aún, una patología de la desolación, en el sentido que le da a
este término Hannah Arendt, de
quien ya hablé ayer. En un libro que se llama “El sistema totalitario” Hannah
Arendt introduce la noción de desolación,
para distinguirla del aislamiento y de la soledad. Hay entonces tres términos:
soledad, aislamiento y desolación. Entonces cito a Hannah Arendt: “Lo que
nosotros llamamos aislamiento en la escena política se llama desolación en la
esfera de las relaciones humanas”. Desolación remite a la palabra sol
que significa suelo. De-sol-acion es decir, el ocultamiento, la huida del suelo
que sirve de fundamento a la vida en las relaciones humanas. Vuelvo a citar a
Hannah Arendt: “Mientras que el aislamiento interesa únicamente al campo
político de la vida, la desolación interesa a la vida humana en su totalidad.
Lo que torna a la desolación tan intolerable es la pérdida del yo que no puede
ser confirmado en su identidad, más que por la presencia confiable y digna de
fe, de mis iguales”. Es importante notar estas palabras escritas por Hannah
Arendt, que cultivó una gran desconfianza contra el Psicoanalisis. Y sin
embargo dice exactamente aquello de lo que estamos tratando de hablar aquí
nosotros, a partir del Psicoanalisis, sobre las condiciones de posibilidad para
un yo, de perdurar, de persistir, en la vida común. La noción fundamental la
vamos a encontrar luego, es que el yo no depende solamente de mí, también
depende de los otros, y este es un verdadero problema. Las solidaridades de las
que hablamos no se disolvieron espontáneamente, en el mundo que conocemos hoy
en día. Se disolvieron bajo el efecto de estrategias precisas. Los métodos de
gerenciamiento utilizados para romper las solidaridades son, creo yo,
extremadamente poderosos. Han sido identificados hace algunos años y el
principal de ellos es la introducción de la ‘evaluación individualizada de las
performances’, de la que ya hablamos un poco ayer. Pero incluso, si no
pasáramos por estos nuevos métodos para explicar la destrucción de las
solidaridades, el estudio del acoso en sí mismo, da bastantes claves para
comprender el proceso en cuestión. Basta, en efecto, que la víctima del acoso
sea ofrecido a la mirada de los otros para que engendre toda una serie de
efectos en cascada. El acoso, lo comprendemos ahora entonces, y evidentemente
es importante, el acoso no apunta solamente a la víctima, apunta
fundamentalmente a los testigos. Dos investigaciones Psicoanalíticas de
obediencia debida de los testigos, pueden ser invocadas. La primera consiste en
hacer referencia al goce. Goce provocado o impuesto por el espectáculo del
acoso como en las películas pornográficas, espectáculo impuesto al espectador
que puede dejarse engañar por su propio goce ante el sufrimiento exigido al
otro. Y entonces él se convierte en cómplice. El goce constituye una temible
trampa para no formarnos en colaboradores de la injusticia. Y este goce es
fácil de desencadenar. Se basa en la sexualidad infantil sobre funciones
parciales y el sadismo que están reprimidos en el inconsciente sexual de todos
los seres humanos. La segunda explicación no va tan lejos. El consentimiento,
en esta hipótesis, no sería obtenido a través del goce sino por el miedo. El
miedo que suscita esta demostración de poder. En el secreto el miedo genera
otra satisfacción diferente del goce. Es la satisfacción de escapar a esta
situación temible a cambio de lo cual, las buenas personas, se convierten en
testigos que no darán testimonio. Si nos inclinamos ahora hacia el tercer actor
de la escena es decir el agresor, no ya los testigos ni la víctima. El tercero
es el agresor. El agresor plantea un gran problema desde el punto de vista
psicoanalítico. Si todos nuestros acosadores fueran perversos, como dice
Mari-France Hirigoyen, no habría ningún misterio en el reclutamiento de los
malditos. Pero esta interpretación es falsa. Muchísimos cuadros de empresa
reciben educación específica para el acoso. Dada por psicólogos. Y entre estos
cuadros no hay solamente perversos. Lejos de eso hay también, entre la
población de cuadros, neuróticos que dudan. Pero como cuadro hay que mostrarse
realista, eficaz y sobre todo, valiente. Llegamos aquí al colmo de la inversión
de la razón moral. Cuando el coraje consiste en mostrar su aptitud para
infligir el sufrimiento a otro, mientras este otro es inocente y no tiene
medios para defenderse. Si estas pocas observaciones sobre el acoso en el
trabajo deben ser formuladas, no es porque la colaboración con lo que una reprueba
fuera misteriosa, sino porque plantea problemas psicoanalíticos. Yo puedo por
ejemplo reprobar la prostitución y el comercio de los niños y sin embargo ir al
burdel y librar actos de pedofilia. Puedo reprobar el acoso en el trabajo y sin
embargo, dejarlo ocurrir ante mis ojos sin oponerme. Si soy perverso esto no va
tener ningún problema, no hago más que utilizar mi modo de funcionamiento
habitual. Pero si no soy perverso, es mucho más complicado. En este caso, el de
las buenas personas, que designamos con el nombre de ‘colaboradores’, hay un
resto. A diferencia de los perversos, las personas comunes tienen un sentido
moral y uno no hace lo que quiere con su sentido moral. El residuo del clivaje
forzado por el entrenamiento al acoso en el trabajo, este residuo es
importante. Consiste en el descubrimiento de que no soy dueño de mis acciones,
que soy un traidor a mí mismo y mis ideales. Hago así el conocimiento de mi
propia cobardía. El sufrimiento que resulta de la experiencia con la cobardía,
de las que ya dije unas palabras ayer, se la llama con el nombre de sufrimiento ético. Este sufrimiento
ético es grave porque toca en pleno corazón la cuestión de la identidad, de la
ipseidad y del
narcisisismo que provisoriamente consideraremos como un todo. El precio a pagar
por el sufrimiento ético, lo vemos desde algunos años en el mundo del trabajo,
es el odio de si, la desesperanza. Es así como desde hace quince años
aparecieron tentativas de suicidio, incluso suicidios logrados, hasta en los
lugares de trabajo. Entonces ¿Cómo hacen los otros? ¿Los que no se preocupan?
¿Los que no se enferman a causa de esta obligación de traicionarse a sí mismos?
¿Cómo hacen entonces los otros, los que no se descompensan para mantener el
clivaje y contener el sufrimiento ético, en proporciones compatibles con la
vida? El único camino que pudimos identificar pasa por el entumecimiento
intencional del pensamiento, para impedir el retorno del sufrimiento a la
conciencia. Cortarse de una parte de si, de una parte de su pensamiento, para
anestesiarse. Es posible. En efecto, muchas estrategias han sido inventadas por
los trabajadores y han podido ser actualizadas. Una de ellas, es la más
importante, consiste en ocuparse, sobrecargar el aparato síquico con un activismo
profesional frenético, anestesiarse con el celo en la tarea, concentrando la
atención únicamente en la tarea y gracia a un activismo sostenido, dejar de
pensar en las otras cuestiones. Para no pensar más, uno se embrutece con el
exceso de actividad, pero no hay que detenerse. Es una estrategia costosa, poco
sutil, que se resume a una especie de agotamiento voluntario. Otras estrategias
más sutiles se han podido poner en evidencia. Ya han sido estudiadas por la
Psicología cognitiva social experimental con el nombre de disonancia cognitiva. Con un autor que se llama Festinger y son
estudios que llevan ya muchos años porque esto data de 1957. En lugar de su
propio pensamiento, sobre todo en lo que no concierne estrictamente a la tarea,
en la dimensión moral y política del trabajo, el sujeto recurre a un
pensamiento prestado, es decir, un conjunto de pensamientos listos para
emplear, provisto desde el exterior por el imaginario social, por los medios de
comunicación o por la opinión pública. Hay estereotipos de esta manera, que se
repiten constantemente, por ejemplo, ‘es la globalización del mercado’, ‘los
funcionarios son unos perezosos y viven de renta’, ‘es la guerra económica’,
‘es el fin del trabajo’, ‘el estado providencia se terminó’, ‘los desempleados
son aprovechadores’. Todos estos son esteoreotipos para
racionalizar y calmar la disonancia cognitiva. Es el punto de partida de lo que
llamamos en Psicopatología la racionalización
simultánea. El problema que yo quería plantear es el de los recursos
psíquicos que tiene que utilizar aquel que ya comenzó a colaborar para poder
retirarse y retomar el pensamiento personal. Es evidente que uno no podía
exigir de todo sujeto moral que reconstituya por sus propios medios, en la
soledad, contra la opinión general, vinculada por estos estereotipos entonces,
que se capaz el mismo por si solo de reconstituir todos los eslabones
intermedios de una crítica científica o racional de estos estereotipos con los
que nos llenan nuestros dirigentes y los medios de comunicación. La vía podría
ser la siguiente. Consistiría en el hecho de que el sujeto colaborador, aun
cuando las circunstancias lo llevan a esto, lo empujan, rehusaría a alejarse de
su propia subjetividad y de negar su sufrimiento ético. No es que haga falta
bajo pretexto de fidelidad a su subjetividad, tener una confianza ciega en su
subjetividad, esto seria evidentemente insostenible. El inconsciente es
demasiado astuto para que uno pueda en cualquier circunstancia que sea creerse
dueño de casa, para retomar la expresión de Freud que dice “que el yo no es
dueño en su casa”. El inconsciente es demasiado vivo, diligente, para que se
puedan hacer de estas señales afectivas de la subjetividad la base sobre una
certeza de la verdad. El inconsciente es también muy capaz de sugerir la vía
del goce y de la cobardía como también la de la perversión o la del goce del
poder y de la dominación. Es lo que el filosofo Derrida, en particular,
estudió el capítulo de la pulsión del poder o pulsión de dominación que son los
dos términos por los cuales traducimos el termino de Freud que acabo de decir.
Lo que tratamos aquí de designar es el rechazo a suscribir una interpretación
del mundo en estas circunstancias que estaría dado desde el exterior, aun
cuando esta machacado sin cesar por los medios de comunicación, por las
direcciones de empresas. Mientras esta interpretación que viene del exterior,
esta interpretación del mundo, mientras no haya estado sometida al “tribunal de
la subjetividad”, hay aquí una paradoja con respecto a la tradición filosófica.
Como, incluso Psicoanalista, un autor se atreve a apelar un tribunal de la
subjetividad cuando toda la filosofía está orientada en sentido inverso. A
saber, someter las sensibles al tribunal del concepto. La respuesta cabe en una
frase: es porque la subjetividad es la vida. Pero la vida que designamos aquí
no es la vida biológica ni la vida de los órganos. A lo que apuntamos es la
vida absoluta. Cito: “De esta manera todo lo que lleva en si, esta propiedad
maravillosa de sentirse uno mismo, está vivo. Mientras que todo lo que se
encuentra desprovisto de esto es la muerte. La piedra, por ejemplo, no se
siente a sí misma, decimos que es una cosa. La tierra, el mar, las estrellas,
son cosas. Las plantas, los arboles, los vegetales en general son igualmente
cosas, al menos que hagamos aparecer en ellos una sensibilidad en el sentido
trascendental. Es decir, esta capacidad de sentirse a sí mismo, experimentarse
a sí mismo, que haría justamente de estas plantas, seres vivos. No ya en el
sentido de la biología sino en el sentido de una vida verdadera, que es la vida
fenomenológica absoluta cuya esencia consiste en el hecho mismo de sentirse o
de experimentarse a sí mismo y no es ninguna otra cosa. Y lo que nosotros
llamaremos aun, una subjetividad”. Es una cita extraída de Michel Henry. Es un
fenomenólogo, esta extraído de un libro que se llama “La Barbarie”, que es un
libro muy importante para relacionar la cultura, el trabajo, el cuerpo, la
subjetividad y cultura o barbarie. Cuando se apela al tribunal de la
subjetividad es para decir que, desestimando la angustia, que hace nacer en mí
el espectáculo del sufrimiento del otro, al mismo tiempo desestimo esta manifestación
de la vida en mí. Esta angustia, es la vida, pertenece a la vida. Pensar con su
subjetividad o dar derecho a la subjetividad en el pensamiento es la condición
sine qua non para que un pensamiento honre a la vida, comenzando por la propia.
Dejo de jalar, suelto la soga, que podría evitarme caer del lado de la
barbarie. ¿Dónde comienza entonces la autonomía moral? Allí donde,
precisamente, rehusando a tener un calmante, la racionalización del clivaje en
la manera de “de todas maneras no puedo hacer nada”, decido soberanamente no
alejarme de mi subjetividad y de mi mismo y entonces, la autonomía moral
comienza cuando decido asumir esta angustia de pensar. Aun cuando yo sepa,
evidentemente, que la solución a mi situación, la solución satisfactoria, no la
conozco. Entonces es una confianza inferida, por lo menos durante cierto
tiempo. Aquí surge el problema más difícil desde el punto de vista
psicoanalítico. ¿Sería entonces ilegitimo defenderse contra la angustia? Pensar
con la subjetividad implica asumir el riesgo de sufrir y ser infeliz. Sufrir no
es el objetivo de la actividad del pensamiento, es el riesgo de de la actividad
del pensamiento. Si yo me deshago de esta angustia por el clivaje o, en el
mejor de los casos, dejo hacer al mal, en el peor de los casos gozo. En un caso
u otro el clivaje es la puerta abierta al despliegue de la pulsión de muerte. A
la inversa, luchar contra, en exigencia de trabajo para el siquismo y esta
exigencia es muy particular y es la que consiste en per laborar el clivaje. La
idea que yo trato de sostener consiste en la metapsicología de la pulsión de
muerte. La pulsión de muerte no sería el resultado de la activación directa de
un supuesto instinto animal residual en el hombre. La pulsión de muerte seria
la consecuencia indirecta de una capitulación del pensamiento subjetivo.
Capitulación consistente en restablecer el confort síquico por medio del
clivaje, como prima por derecho al goce, cuando este clivaje está amenazado por
una angustia especifica. La angustia que suscita en mí el encuentro con el
sufrimiento del otro. Queda por saber ¿De dónde puede proceder el deseo de esta
angustia referente al confort del clivaje? Queda por saber, si es posible y en
que condición, que este riesgo de sufrir se convierta en una chance, una
ocasión de realización de sí. El hecho de sentirse más libre, gracias al
pensamiento, ¿puede por una parte transformarse en placer convirtiéndose en
encubrimiento de si, y yo agregaría, amor de si? Dicho esto, aun cuando dar
derecho a la voz de la subjetividad de si frente a los sufrimientos del otro.
Cuando aceptar la voz de la subjetividad seria una carga muy pesada, aun en esa
circunstancia, no podría ella sola bastar para orientar la acción. La acción es
una segunda etapa, de transformación de su sufrimiento. Pero para llegar a la
acción, sobre todo al pensamiento de una acción nueva, esto no es posible más
que si, esta angustia, se transforma en exigencia de trabajo para el siquismo,
en exigencia de transformarse a sí misma, para buscar las respuestas y el
desafío de una situación que ahora esta vez es síquica y política. La autonomía
moral subjetiva es rara, poco frecuente. Continuar pensando solo cuando todos
los demás piensan lo contrario, es una situación peligrosa para la subjetividad
y para la salud mental. Los que son capaces de esta moral autónoma y subjetiva,
los que son capaces de mantenerse solos y de pie en la vida son escasos, se los
llama héroes. Para la mayoría de los humanos comunes, como para mí, no somos
capaces de continuar pensando solos. Tenemos para esto, necesitamos para esto a
los demás. Necesitamos pensar con los otros y producir un pensamiento crítico
gracias a la discusión y la deliberación colectiva, con los otros. Es con esta
condición que podemos todavía honrar la vida y no tener la subjetividad como
valor. Pero he aquí que el neoliberalismo constituye una verdadera amenaza para
deliberación colectiva y para la democracia y, mas allá, para la subjetividad y
para la vida tal como la comprendemos ahora. El neoliberalismo no es como la
dictadura. La dictadura destruye la subjetividad utilizando la violencia y la
tortura. El neoliberalismo no utiliza la violencia, la tortura ni la
deportación. Es por lo tanto menos peligroso para la vida subjetiva. Es menos
peligroso que la dictadura, pero cuidado de todas maneras. No hay que
subestimar el peligro, sin embargo, del neoliberalismo. Porque el
neoliberalismo encontró la via de lo que podríamos llamar, la banalización del mal. O la banalización de la injusticia social.
El neoliberalismo no prohíbe el debate político, no lo prohíbe directamente,
pero lo ataca indirectamente, específicamente pasando por el trabajo. Los
nuevos métodos de organización del trabajo, puestos en marcha por el
neoliberalismo, particularmente la evaluación individualizada de las
performances, pero también la calidad total, y también en tercer lugar la
precarización del empleo, todos estos métodos, apuntan específicamente a la
destrucción del colectivo de la cooperación, del vivir en común, en la empresa,
en el terreno del trabajo. Pero la evaluación individualizada de las
performances, no solo divide a los seres humanos entre sí sino que levanta
sistemáticamente los levanta a unos contra otros. Genera desconfianza,
deslealtad, cada uno para sí, y el individualismo sin límites, en perjuicio del
bien común. Y cuando el trabajo Y cuando en el trabajo aprendemos a
ser desleales con nuestros propios colegas, entonces seguimos siendo desleales
fuera del trabajo, en la esfera social y política, fuera de la empresa. Eso es
lo que llamamos la centralidad política del trabajo. Otra dimensión de
la centralidad que se diferencia de la primera dimensión, de la que hable ayer,
era la centralidad del trabajo con respecto a la salud mental y en la
realización de sí, en la sublimación. La centralidad política del trabajo viene
del hecho de que todo método de organización del trabajo, es al mismo tiempo un
método de dominación. Siempre es así. Con Taylor, con Ford, en el sistema
japonés, por qué no, y en el toyotismo y en los nuevos métodos de organización
de trabajo de hoy en día. El mundo de trabajo es el lugar principal de
experimentación de la dominación del que se apoderó precisamente el neoliberalismo. Y de manera sistemática, pasando
por el trabajo, el neoliberalismo destruye las dinámicas de construcción de
colectivos e instala una terrible soledad, de la que acabamos de hablar, la
desolación. El neoliberalismo procede entonces de una manera diferente a la
dictadura pero su poder es considerable para la mayoría de los seres humanos
que no son héroes, no llegamos a mantener nuestra identidad ni nuestra
subjetividad solamente por nosotros mismos. Necesitamos un punto común, el
mundo abierto a la pluralidad de los hombres, es un concepto de Hannah Arendt
que retoma de Platón. Necesitamos entonces este mundo común y la confrontación
libre con los demás para poder mantener y desarrollar nuestra propia
subjetividad y nuestra propia vida. Y este mundo común es primero y ante todo
el mundo del trabajo. Gracias al trabajo podemos aprender lo mejor, la
actividad deóntica de la que hablaba ayer, es decir la actividad de producción
de reglas, que también es un aprendizaje fundamental de la democracia y de la
solidaridad. Y no hay muchas alternativas de trabajo para aparecer a escala de
un pueblo el aprendizaje complicado de la democracia. Pero si en el trabajo,
sino ponemos suficiente atención también podemos aprender allí lo peor: la
deslealtad, la traición al otro, la traición de sí mismo, la
instrumentalización de los seres humanos y la cobardía. Entonces no hay ninguna
fraternidad en el despliegue del neoliberalismo. Pero no hay que equivocarse,
para luchar racionalmente contra el neoliberalismo es, en el mundo del trabajo,
es verdaderamente en el mundo del trabajo, porque es allí donde ocurre, es en
el mundo del trabajo donde hay que atacar al neoliberalismo. Y para poder
vencer al neoliberalismo no hace falta solamente voluntad hay que tener también
esta herramienta, es decir, que hay que poder manipular teorías y conceptos que
permitan pensar rigurosamente las relaciones entre subjetividad y cooperación,
por un lado, y las relaciones entre trabajador común, sublimación y
civilización, por el otro lado.
III
CONFERENCIA: SUFRIMIENTO Y TRABAJO
PATOLOGIAS
La primera parte se refiere a
un cuadro de las patologías mentales del trabajo con las cuales tenemos que
luchar hoy en día.
ETIOLOGIA
La segunda parte tendría que
estar dedicada al análisis de la etiología. La Etiología es el análisis de los
procesos que están en cuestión en la aparición de estas enfermedades mentales.
ESTRATEGIAS
DE ACCION
Y luego la tercera parte se refiere
a las cuestiones que nos interesan más y que están en relación con la acción
para tratar de retomar la iniciativa, sobre la transformación del mundo del
trabajo. Entonces voy a hacer una primera parte corta. Esta vez un recordatorio
pienso para la mayoría de ustedes, pero en Europa tenemos la costumbre y sobre
en todo en Francia, de distinguir cuatro grandes campos de patologías que están
íntimamente relacionadas con las transformaciones contemporáneas del trabajo.
Patologías
de sobrecarga
El primer grupo es el que
llamamos las patologías de sobrecarga,
mientras que nos habían anunciado hace algunos años ‘el fin del trabajo’, ya
que el trabajo tenia que ser reemplazado por maquinas, el robot, la
informática, el automatismo, los autómatas, en realidad es lo contrario y a
través del mundo entero asistimos a una explosión de las patologías de
sobrecarga. Hay cuatro patologías de sobrecarga principales: el burnout, el
karoshi, los
trastornos musculo esqueléticos, y el dopaje, es decir, la utilización por
parte de los trabajadores de medicamentos, de alcohol o de drogas como la
cocaína por ejemplo, solamente en vista a hacer frente a las restricciones del
trabajo. No son entonces, drogadicciones, aun cuando en un segundo tiempo,
muchos de estos trabajadores se convierten en dependientes de los productos.
Pero la razón primera no es para nada una personalidad específica, no es un
sufrimiento siconeurotico lo que encontramos en la base de estas adicciones.
Son consumos que se deben únicamente al trabajo.
Patologías
del acoso
El segundo grupo de patologías
son las patologías del acoso. Se habla mucho de ellas hoy en día en todo el
mundo, después de los primeros estudios que se realizaron en Escandinavia y
Alemania, con el nombre de mobbing. En
distintos países se desarrolló esta
cuestión con el nombre de acoso. No
es exactamente lo mismo que el ‘mobbing’
pero no voy a entrar en los detalles. Los autores más conocidos que trabajaron
sobre el acoso pretenden que las patologías del acoso están ligadas a nuevas
técnicas del acoso. Es inexacto. Las técnicas de acoso no tienen nada de nuevo,
el acoso siempre existió en el mundo del trabajo. Hace 40 años cuando yo
comencé en mis encuestas, los cuadros y lo jefes aprendían las técnicas del
acoso con los antiguos oficiales y suboficiales que habían puesto a punto las
técnicas de acoso durante la guerra entre Francia y Argelia. Son estos mismos
oficiales franceses que enseñaron a los oficiales argentinos las técnicas de
acoso y de tortura que ustedes conocieron durante la dictadura. Por lo tanto el
acoso no tiene nada de nuevo, lo que es nuevo es la masa de patologías, la explosión de patologías a causa del
acoso. La razón fundamental es que hoy en día frente al acoso, los trabajadores
están cada vez más solos. Esta soledad, mientras los otros trabajadores se
abstienen de intervenir, constituyen una problema fundamental del periodo
actual. Voy a volver sobre este tema cuando hable de la etiología.
Patologías
consecutivas al traumatismo
El tercer capítulo son las
patologías consecutivas al traumatismo.
En las sociedades europeas en particular, el aumento del desempleo, la
cronicizacion del desempleo, que está ligado a las nuevas formas en las
relaciones de trabajo, engendra un crecimiento considerable de la violencia
social. Esta violencia recae sobre los trabajadores, en el ejercicio mismo de
su función profesional, especialmente en los servicios públicos.
Nuevas
patologias
Y el último capítulo de las
nuevas patologías son las depresiones,
y las tentativas de suicidios y la aparición de los suicidios en los lugares de
trabajo. No detallo mas este cuadro pero podemos tal vez precisar más las
cosas, mas tarde, si ustedes lo desean.
El
origen de las enfermedades
Paso a mi segunda parte. Por qué la explosión de patologías mentales en el
mundo del trabajo? Que se observa en Francia, por supuesto, pero no solamente
en Francia también ocurre en Europa, en América del Norte, y también en Asia,
donde hay enormes problemas de salud mental entre los trabajadores de Japón o
de China. Sabemos desde hace unos 30 años que existe una relación específica entre las condiciones de trabajo y la
salud del cuerpo. Las condiciones de trabajo son A) las condiciones físicas, el ruido, la temperatura, las radiaciones
ionizantes, estas son las condiciones físicas. B) Las condiciones químicas son la contaminación, por vapores, polvos,
agro tóxicos, etcétera. Y finalmente están C) las condiciones biológicas de trabajo, contaminaciones por virus y
bacterias, aun los hongos. Las condiciones de trabajo tienen como mira al
cuerpo.
Por el contrario en lo que
respecta a la salud mental, no son las condiciones de trabajo las que están en
primera línea sino es lo que llamamos la organización
del trabajo. Entonces, si nuevas patologías mentales en el trabajo
aparecieron en los últimos 20 años, es que algo cambió en la organización del
trabajo. Esta es la discusión sobre la Etiología. Qué es lo que cambió con respecto al modo precedente de la
organización del trabajo, instalado por el capitalismo a través de todo el
mundo, y ustedes sin dudas conocen sus formas de organización. 1) El taylorismo,
es decir el trabajo repetitivo con restricciones de tiempo. 2) El fordismo
que es la introducción de la línea de montaje y luego la tercera etapa 3) es el
sistema japonés, es lo que llamamos el ‘just in time’ que es todo un
dispositivo de cero stock, cero defecto, y los diferentes elementos de este
dispositivo que no voy a detallar ahora. Este modelo se llama el toyotismo
y fue pensado por un ingeniero que se llama Ohno.
Nosotros estamos en un periodo que está
después del modelo del toyotismo. Porque el toyotismo no provocaba por ejemplo
suicidios en el trabajo. Entonces, que es lo que cambio? Es la introducción de
nuevos métodos que tienen un poder considerable y, entre estas técnicas nuevas,
la más importante es la evaluación individualizada de la performance
(rendimiento). No tengo tiempo de explicar por qué, pero los métodos de evaluación en cuestión son métodos
objetivos, cuantitativos, y que pasan por la mensuración. No tengo tiempo de
explicarlo, pero estas medidas, son falsas. Y siempre serán falsas. Porque no
se puede medir el trabajo. Es un debate fundamental y lo que se mide no es el
trabajo. Nunca es el trabajo. Y nunca será el trabajo. Y sin embargo, se mide.
Lo que se mide en el mejor de los casos es, el resultado del trabajo.
Pero el resultado del trabajo no tiene ninguna proporción con el trabajo.
Podemos volver hablar de esto si ustedes quieren, pero la medida cuantitativa,
el privilegio que se acuerda a las cifras, esconde inconvenientes mayores hasta
ver por ejemplo que aumentando la cantidad siempre está el riesgo de degradar
la calidad. Podemos discutir de esto luego. Pero la evaluación individualizada
de la performance, tiene otros inconvenientes, particularmente el hecho que
pone en competencia a todos los trabajadores alrededor de la performance. Basta
con asociar a la performance una amenaza por ejemplo sobre el empleo, si la
performance de ustedes no está a nivel de las de sus colegas, va a ser el
primero en ser licenciado. Entonces comienza la competencia entre todos los trabajadores
al punto tal que uno no tiene interés en que el colega haga una buena
performance porque si él hace una buena performance es malo para mi futuro. Es
una situación completamente nueva, en la que esta competencia conduce en todas
partes a la ruina de las relaciones de confianza, cada uno para sí, todos los
golpes son permitidos, en lugar de la confianza, se instala la desconfianza, y
cuanto más se sube en la jerarquía, mas se vigilan las personas unas a otras. Y
tienen razón en hacerlo porque no hay que esperar nada bueno de sus propios
colegas. La desconfianza se instala en el mundo del trabajo. Pero la
competencia llega también hasta la competencia desleal, las personas no se
ayudan más, los trabajadores no se ayudan más unos a otros, no se respetan mas,
ya no hay mas cuidados, y pronto será la solidaridad misma la que se destruirá
y en lugar de la solidaridad se instala la soledad. Cada uno está solo. Las
personas no se hablan más, ni siquiera se saludan mas, y podría darles ejemplos
en que ingenieros, por ejemplo, en centros de concepción de fabricas de
Renault, en la región parisina, todos estos ingenieros trabajan en un gran
oficina que no tiene separaciones, donde trabajan todos juntos y que se llama
en ingles ‘group space’, que es
un espacio abierto sin separaciones, todo el mundo se puede ver, las personas
que están a un metro unas de otras pero no se hablan más, no se saludan. Y
cuando un ingeniero necesita una información de parte de su vecino, no se la
dan, no se lo preguntan, le escribe un mail. (Risas) Aquí aparecieron los
suicidios en el trabajo, en Renault, de los cuales se habló mucho en todo el mundo. Lo que cambia la
evaluación individualizada de la performance, es que ella crea la soledad,
estamos todos juntos en el mismo espacio pero todo el mundo está solo y todo el
mundo tiene miedo. Es un cambio radical del mundo del trabajo. Esta división de
los seres humanos, generada por estos nuevos métodos, tiene un inconveniente
mayor sobre la posibilidad de una acción colectiva. Cuando usted piensa que su
vecino es desleal, que es un mentiroso, y que da golpes bajos, cuando él sabe
también que yo soy un desgraciado, como quieren construir una acción colectiva?
El resultado de estos métodos es el desmoronamiento de las acciones de las organizaciones
sindicales mismas. Y en un país como Francia, los sindicatos que ocupaban un
lugar importante, mayor, más importante que en toda Europa, bajo el efecto de
estos nuevos métodos, son ahora los más débiles de todos los sindicatos
europeos. Entonces estos nuevos métodos alcanzan, finalmente, las fuerzas
políticas mismas. El trabajo no es solamente el espacio de trabajo, destruyendo
las solidaridades en el trabajo se la destruye en toda la sociedad. Y si uno
aprende a ser un maldito, un desgraciado en el trabajo no se va a convertir en
un ángel en el exterior. En el trabajo entonces se puede aprender lo peor como
con estos nuevos métodos pero también se puede aprender lo mejor.
El
trabajo como mediador de la salud
Y aquí llego entonces a mi
tercera parte que tal vez sea la más importante. Si en algunos casos podemos
aprender lo peor, si en algunas organizaciones hay cada vez más enfermedades
mentales, no hay que dejar de lado que en ciertas condiciones el trabajo no
genera infelicidad y puede ser para una cantidad de nosotros una fuente de
placer, una fuente de realización de sí. Y puede jugar incluso un papel mayor,
en la construcción de la identidad y en el crecimiento de la salud mental.
Entonces si queremos pensar una acción racional para luchar contra las
organizaciones de trabajo contemporáneo, es muy importante comprender cuales
son las condiciones que tornan por el contrario posible que el trabajo sea
fuente de placer, y fuente de salud. Hay un primer capítulo del que no voy a
hablar esta noche, que tiene que ver con la relación individual con el trabajo.
Es decir la relación que cada asalariado establece con la materia, con la
herramienta , o con los objetos técnicos como la refinería de petróleo o la
central nuclear que son objetos técnicos y al primero una relación individual,
subjetiva con este objeto técnico. Para fabricar habilidades y producir un
trabajo de calidad. En el contexto de hoy solamente el trabajo individual, es
el reconocido por los patrones, y también por los políticos. La evaluación
individualizada de la performance va de la mano con la exaltación de la
performance individual. Y aporta una contribución considerable al desarrollo
del individualismo. Pero el trabajo aun cuando es una relación individual con
una tarea, no es generalmente solamente una relación individual, se trabaja en
general para alguien, se trabaja para sus colegas, en un equipo de enfermeros
por ejemplo se ayudan entre sí, se trabaja por los otros, y hay que lograr
poder trabajar juntos. También se trabaja para sus jefes, y no hay que ironizar
sobre esto. Un buen jefe es importante, uno se da cuenta cuando tiene uno malo.
(risas) Pero también se trabaja para sus subordinados, cuando uno mismo es
jefe, uno trabaja para sus subordinados. Se trabaja para ayudar a sus equipos.
Y finalmente se trabaja para los clientes, aquí en un centro comercial se
trabaja para clientes que vienen a comprar, y hay en cierta manera un cierto
modo de trabajar con el cliente. Cuando uno es psicólogo o medico, trabaja con
enfermos, esta relación es muy complicada porque la calidad del trabajo no
depende solamente del psicólogo o del médico sino que depende del trabajo del
enfermo. Es necesario que el enfermo aprenda a cuidarse. Hay que crear una
cooperación con él, hay que llevarlo, hay que entrenarlo a trabajar, y su
trabajo es tan importante que esta actividad que llamamos una actividad de
cuidado de salud pero que se sitúa dentro del grupo general de actividades de
servicios, y bien, la calidad de la actividad del servicio, depende fundamentalmente
también de la calidad del trabajo realizado por aquel que va a aprovechar el
servicio. De manera que, lo que acabo de decir, define tres tipos de
cooperación. La cooperación horizontal, con los colegas. La cooperación
vertical con los jefes y los subordinados y la cooperación transversal, con el
cliente. Podríamos hablar también sobre esto, del trabajo de los docentes
porque creo haber entendido que hay un número de docentes. La calidad de una
enseñanza no depende solamente del profesor. Depende de la manera en que los
alumnos quieren empezar a cooperar con el profesor para que ocurra algo que
permita no solo una transferencia de conocimientos pero en realidad una
transformación de los alumnos. La relación de servicio implica que mi trabajo
tiene incidencia sobre el destino de los otros, de colegas, los clientes, los
enfermos, los alumnos, los superiores jerárquicos, y los subordinados. Ahora
bien, la organización del trabajo conjunto es muy complicada. Si cada uno se
pone a ser inteligente, a su manera, con el genio de su propia inteligencia, no
va a funcionar. Ya se ha demostrado hace algunos años que ningún trabajador,
porque trabaja bien, ningún trabajador respeta escrupulosamente las órdenes, ni
las prescripciones, ni la organización del trabajo. Y también esto es verdad a
nivel colectivo. Los colectivos para que puedan trabajar juntos, se les dan órdenes a ellos. Tal tiene que
hacer una tarea, el otro tiene que hacer una tarea diferente, el tercero aun
otra cosa, el jefe da instrucciones especificas, todo eso está definido por lo
que llamamos técnicamente, la coordinación. Son las órdenes, las dan por
la jerarquía, con todo un arsenal: gerentes, jerarquías, órdenes, vigilancia,
etcétera, etcétera. Pero juntos, las personas nunca hacen lo que se les dice
que hagan. No ejecutan nunca estrictamente las órdenes que les son dadas.
Incluso en un ejército si los hombres se limitan a ejecutar las órdenes, es un
ejército vencido. En el ejército, se dice, hay que obedecer las órdenes, es el
principio fundamental, pero al lado se dice, hay que interpretar las órdenes,
sino no funciona. Entonces, si cada uno se pone a interpretar las ordenes a su
manera, no va a funcionar para nada. La dificultad es la de llegar a una interpretación
compartida. Cuando uno no quiere hacer esa interpretación y quiere ser
estrictamente obediente, y existe ese caso, son situaciones muy conocidas. Hay
gente que ejecuta estrictamente las órdenes y nada más que las órdenes y esos
es lo que se llama la huelga de celo o trabajo a reglamento. Ninguna
organización, ninguna empresa, ningún ejercito funciona, si la gente es
obediente. Entonces se trata de desobedecer pero juntos, cosa que es muy
complicada. Podemos analizar las condiciones que permiten llegar a una
desobediencia colectiva que no es solamente desobediencia para echar abajo la
organización prescripta, no es para anular la coordinación, es para ajustarla,
es para tornarla compatible con la realidad. Entonces, esta desobediencia
colectiva supone que se constituya, espacios, que llamamos espacios de
deliberación en los cuales cada trabajador del equipo viene a dar testimonio a
los demás de la manera en que él trabaja, es decir de la manera en que él hace
trampa. Entonces hay que aceptar en este espacio, mostrar como uno hace trampa,
mostrarlo a los demás, eso supone relaciones de confianza, supone relaciones de
lealtad. Cuando este espacio existe, entonces uno puede decir lo que hace, y
como uno interpreta las órdenes, pero entonces hay que esperar que los demás no
estén forzosamente de acuerdo porque ellos hacen trampa pero de otra manera,
tienen buenas razones para hacerlo, por ejemplo en un equipo de enfermeras, los
hombres y las mujeres no tienen ganas de hacer trampa de la misma manera con
respecto a los enfermos peligrosos. Los hombres y las mujeres no inventan las
mismas estrategias. Cuando se trabaja juntos hay que encontrar una negociación
que convenga a todo el mundo. Voy a ir directamente a los resultados porque hay
diferentes eslabones intermedios que son muy conocidos hoy en día, para que
lleguemos a un acuerdo entre los miembros del colectivo sobre la manera de
interpretar, o sea en la manera de hacer trampa. Hace falta un espacio donde
exista entre los trabajadores, una equidad entre las palabras, la palabra con
que formulo una opinión de referencia sobre la manera de trabajar, y también
hace falta una equidad entre el riesgo de tomar la palabra y el riesgo que hay
en escuchar. Porque hay un riesgo en escuchar. El riesgo de escuchar es oír. Y
si ustedes oyen la opinión del otro ustedes pueden correr el riesgo de estar
desestabilizados, en su propia opinión. Yo trabajo de una cierta manera,
trabajo hace 20 años, además tengo experiencia y me atengo a esta experiencia y
a mis opiniones. Llega un jovencito, dice algo sobre su trabajo, oigo lo que
dice, nunca había pensado yo en eso y entonces ahora soy yo el que esta
angustiado. Ese es el espacio de deliberación. Este espacio de deliberación,
cuando existe en el trabajo, es el medio más poderoso para aprender el
ejercicio de la democracia. La cooperación no puede existir sin un espacio
dentro de la empresa que esté construido como una democracia. Pero estas son
las condiciones para que cada uno encuentre su lugar, para que cada uno sea
escuchado y cuando esto funciona se llega a una manera de trabajar con acuerdos
entre los miembros del equipo. Y cuando hay varios acuerdos, sobre varios modos
operatorios, entonces inventamos lo que llamamos reglas de trabajo. La
cooperación que es diferente de la coordinación, la coordinación son las
órdenes. Lo que hacen las personas es otra cosa, es un trabajo dado, basado
sobre las reglas que el colectivo mismo inventó. Dos colectivos de enfermeros, no fabrican exactamente las
mismas reglas, se diferencian unas de otras. La historia de los colectivos, es
la historia de esta producción de reglas. Es una parte muy noble del trabajo y
si yo tuviera tiempo, pero no lo tengo, me van a tener que creer, toda regla de
trabajo apunta a dos cosas: apunta primero a la eficacia. En un equipo
de enfermeros todas las enfermeras desean que su cooperación sea eficaz. Todos
los docentes que trabajan en un colegio desean colectivamente que su trabajo
sea eficaz y que sean reconocidos. Pero las reglas de trabajo no organizan
solamente la eficacia. Ellas también organizan siempre también el vivir en
común. Porque son construidas teniendo en cuenta las opiniones de unos y
otros y los consensos que se construyen son negociaciones que respetan a unos y
a otros. Y como para construirlos es necesario hablar, hay que decir lo que uno
piensa, hay que escuchar a los demás, las reglas de trabajo son también reglas
de saber vivir, reglas de cordialidad y reglas de convivencia. La cooperación
es el mediador más común de la construcción del vivir en un conjunto en la
democracia. Y en estas condiciones las personas, individualmente, tienen mucho
más espacio para pensar y pueden beneficiarse de la ayuda y la solidaridad de
los otros porque con la cooperación estamos comprometidos en una obra común y
la vamos a defender juntos. La verdadera prevención de las enfermedades
mentales no es asunto de los médicos, no es asunto de los psicólogos. Si antes
no había suicidios en el trabajo es porque había solidaridades, porque había
cooperación, y no se dejaba a un miembro del equipo hundirse en la depresión.
Se lo socorría. Es la cooperación la que es la condición de la salud mental de
cada uno de nosotros. Es importante hacer la distinción. En lo que yo defiendo
como punto de vista, y con lo que ustedes no están necesariamente de acuerdo, no
es la solidaridad en general, la que sea tal vez la más eficaz desde el punto
de vista de la salud mental. Es la solidaridad que viene de la cooperación. La
cooperación para ser un trabajo de calidad, juntos, en una obra común. No es
una solidaridad reducida a la lucha defensiva contra el enemigo. Entonces es
este un punto crucial, las solidaridades contra el adversario, la solidaridad
en la lucha, son fundamentales. Pero no permanecen, siendo fundamentales, más
que sí la lucha misma es efectivamente pensada
como un trabajo, un trabajo militante y en ese momento, las categorías de la
cooperación se encuentran nuevamente en ese punto de encuentro. Voy a terminar
con este punto, ustedes tienen aquí en estas empresas, en La Toma, como en
otras empresas recuperadas, otras empresas comunitarias, una experiencia del
trabajo y del trabajo colectivo, y probablemente de la cooperación. A mayor
plazo, desde el punto de vista político, hay que ser capaces de defender el
trabajo colectivo y la cooperación contra la evaluación individualizada de las
performances. Defendiendo la cooperación se ataca directamente el corazón de
los nuevos métodos que constituyen el neoliberalismo. Y para poder defender la
cooperación no hay que tener experiencia solo de esto, hay que ser capaz de
decirlo, hay que ser capaz de hablar de ella. Entonces hay que encontrar las
palabras, hay que poseer un vocabulario, hay que poseer incluso conceptos es
decir conocimientos sobre la cooperación. Si no, no se la puede defender, con
respecto a las direcciones de empresas. Pero si uno es capaz de hablar de
manera precisa de las condiciones de la cooperación, entonces se puede comenzar
a entrar a procesos de negociación con las direcciones. Pero si ustedes no
saben hablar de la cooperación ustedes van a ser vencidos. Porque ellos tienen
una concepción del trabajo que justamente no es la misma que la nuestra y que
no encara nunca el trabajo de otra manera que no sea la performance individual.
Si nos dejamos atrapar en esta problemática individual del trabajo hemos
perdido el partido. Hay que ser capaces de hablar del trabajo colectivo, hay
que negociar con ellos con la idea fundamental que no conocen la cooperación.
Entonces va a ver que enseñarles, esta es la dificultad del periodo actual, es
que somos nosotros solos a partir de la experiencia del trabajo los que podemos
brindar ideas sobre la transformación del trabajo. Pero los gestionarios, los
dirigentes de empresa, de ellos no podemos esperar nada, porque ellos no saben
nada sobre el trabajo. En las escuelas, entre los ingenieros, entre los
comerciales no se aprende mas en el trabajo, se aprende la gestión, pero la
gestión no es el trabajo. Y el neoliberalismo, y su éxito, su victoria actual,
está fundamentalmente ligada a lo que llamamos el giro gestionarlo. Antes eran
los ingenieros los que dominaban la organización del trabajo. Ya era bastante
difícil con ellos, pero por lo menos conocían algo del trabajo, se podía
negociar con los ingenieros mientras que con los gestionarios no se puede
negociar con ellos porque no conocen nada del trabajo y porque se los forma en
las escuelas para no conocer el trabajo, y para no aceptar la discusión sobre
el trabajo. Y es uno de los puntos fundamentales del poder de los gestionarios.
Entonces hoy en día aun cuando tengan relaciones de fuerzas favorables, los
gestionarios no tienen ninguna idea y si ustedes quieren hacerles concesiones
no sabrían ni siquiera sobre qué hacer
estas concesiones. Entonces la acción en el contexto de hoy en día es no
solamente crear relaciones de fuerza sino llegar con soluciones basadas sobre
la experiencia del trabajo y más particularmente, desde mi punto de vista,
sobre esta experiencia fundamental que debemos honrar, que es el trabajo
colectivo y la cooperación.
BIBLIOGRAFIA Y OTRAS
REFERENCIAS
Christophe
Dejours es un médico Francés, especialista
en medicina del trabajo, psiquiatría y psicosomática. Psicoanalista (Miembro de
la Asociación Psicoanalítica de Francia, APF). Profesor titular de la cátedra
Psicoanálisis-Salud-Trabajo en el Conservatoire National des Arts et Métiers.
Miembro del Instituto Psicosomático de Paris. Director de la revista
“TRAVAILLER” y co-director de la colección «Souffrance et théorie» en Puf. Es
considerado el padre de la Psicodinámica del Trabajo.
Publicaciones
en español
·
Investigaciones psicoanalíticas sobre el cuerpo,
Siglo XXI, 1998.
·
El factor humano, Trabajo y sociedad, 1998.
·
La banalización de la injusticia social, Topía,
2006.
·
Trabajo y violencia, Modus laborandi, 2009.
·
El desgaste mental en el trabajo, Modus laborandi,
2009.
·
Trabajo y sufrimiento, Modus laborandi, 2009.>
La banalización de
la injusticia social (2da Edición)
PREFACIO
A LA SEGUNDA EDICIÓN*
Los datos descriptivos sobre la
evolución de la relación con el trabajo en la empresa neoliberal suscitaron
cierto escepticismo cuando este libro fue publicado. Diez años más tarde, estos
datos se han confirmado en gran parte. La situación se ha agravado porque ni en
Francia ni en el extranjero se tomaron medidas para promover, en materia de
organización del trabajo, opciones que podrían ser mucho menos nocivas para la
salud mental de nuestros contemporáneos.
INTRODUCCIÓN
La
Banalización de la injusticia social
Epílogo a la segunda edición publicada recientemente por la
Editorial Topía
Con
motivo del viaje de Christophe Dejours a nuestro país, Topía decidió publicar
una segunda edición ampliada de La
Banalización de la injusticia social. Este libro de 2006 se encontraba
agotado desde hace un tiempo. La potencia de las ideas allí transmitidas ha
encontrado eco en lectores atravesados por lo que describe. Para esta nueva
edición se han agregado un nuevo prefacio y un epílogo de la nueva edición
francesa, donde hace un balance al día de hoy de cómo se ha profundizado lo que
exponía ya en 1998. A continuación publicamos este epílogo.
CHRISTOPHE DEJOURS EN LA ARGENTINA
Mayo 2013
Seminario
El Sufrimiento en el Trabajo
Organizado por la Revista Topía
Viernes 3 de mayo de 19.00 a 22.00
hs. y Sábado 4 de 10 a 13.00 hs.
Acreditación:
Viernes a partir de las 18.00 hs
Salón
Bolívar Hotel BAUEN. Callao 360 CABA
Christophe
Dejours es
psiquiatra y psicoanalista, profesor del Conservatorio Nacional de Artes y
Oficios y director del Laboratorio de Psicología del Trabajo en Francia. Está
especializado en temas laborales y posee una vasta producción bibliográfica en
su país de origen siendo traducidas al castellano algunas de sus obras, entre
ellas, El
factor humano (Lumen,
1998), Investigaciones
psicoanalíticas sobre el cuerpo (Siglo
XXI, 1992), Trabajo
y desgaste mental (Hvmanitas,
1990) y La
banalización de la injusticia social (Topía, 2006).
Fragmento del libro Trabajo
Vivo, Tomo I - Sexualidad y trabajo
La
editorial Topía ha publicado el libro de Cristophe Dejours Trabajo Vivo, Tomo I- Sexualidad y trabajo y Tomo II- Trabajo y emancipación. Este
texto es un fragmento que corresponde al Tomo I. Christophe Dejours es un
psiquiatra y psicoanalista, profesor del Conservatorio Nacional de Artes y
Oficios y director del Laboratorio de Psicología del Trabajo en Francia.
Contribucion
de la Clinica del Trabajo a la Teoria del Sufrimiento
Christophe Dejours es un psiquiatra
y psicoanalista, profesor del Conservatorio Nacional de Artes y Oficios y
director del Laboratorio de Psicología del Trabajo en Francia. Está
especializado en temas laborales y posee una vasta producción bibliográfica en
su país de origen siendo traducidas al castellano algunas de sus obras, entre
ellas, El factor humano (Lumen, 1998), Investigaciones psicoanalíticas sobre el
cuerpo (Siglo XXI, 1992) y Trabajo y desgaste mental (Hvmanitas, 1990).
Christophe Dejours es un psiquiatra
y psicoanalista, profesor del Conservatorio Nacional de Artes y Oficios y
director del Laboratorio de Psicología del Trabajo en Francia. Está
especializado en temas laborales y posee una vasta producción bibliográfica en
su país de origen siendo traducidas al castellano algunas de sus obras, entre
ellas, El factor humano (Lumen, 1998), Investigaciones psicoanalíticas sobre el
cuerpo (Siglo XXI, 1992) y Trabajo y desgaste mental (Hvmanitas, 1990).
Cátedra libre SILVIA
BLEICHMAR, Facultad de Psicología de la UNR.
ARIEL VIGUERA:
Cátedra Libre SILVIA BLEICHMAR, Facultad de Psicología de la UNR “El realismo del inconsciente: Surgimiento
histórico en Laplanche”. Cuatro clases. Mayo, 2013.
Lic.
Esteban Fridman, Centro de Estudios, dependiente de la Secretaría de Extensión
Universitaria de la Facultad de Psicología de la UNR.
Dr.
Jorge Kohen -Coordinador Regional de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo
(SRT) y Director del Pos Grado Medicina del Trabajo de la Facultad de Ciencias
Médicas de la UNR.
Mag.
Germán Canteros, Coordinador General de los PRONAPRE - (Programas Nacionales de
Prevención de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo).
Lic.
Miriam Wlosko y Lic. Cecilia Ros, coordinadoras del Programa Salud y Trabajo
del Departamento de Salud Comunitaria de la Universidad Nacional de Lanús.
Lic.
María de los Ángeles Di Capua Directora del Centro de Investigación y Estudios
del Trabajo de la Facultad de Ciencias Políticas y RRII - UNR (CIET) y Lic.
Norma Valentino, Coordinadora del Área de Sociología del Trabajo.
Directora,
Lic. Gloria Rodríguez NET (Núcleo de Estudios del Trabajo y la Conflictividad
Social), del Centro de Estudios de la Facultad de Humanidades y Artes, UNR.
Lic.
Marcela Gianni, a cargo de la traducción
e interpretación en vivo de las Conferencias de Christophe Dejours, Facultad de
Psicología UNR, Mayo 2013.
Gerardo Aliaga,
alumno de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario,
integrante del Frente Popular Dario Santillan, co-organizador de la Cátedra
Libre “Silvia Bleichmar”, co-organizador y obrero de la Cooperativa Gráfica
Rosario.
Agrupación Celeste
Solidaria: lectura, reflexión, discusión y aportes de Natasha Arnaez, Luis
Bonatti, Mario Ruffa, Beatriz Tobares, Rafael Pantano, Cinthya Lopez, Carlos
Aliaga.
Otros adherentes y colaboradores
de la comunidad universitaria que ayudaron con su lectura y opinión: Carlos W.
Montaño, Gerardo Aliaga, Cinthya Moreno, Carolina Malisia, Celina Deymie,
Federico Sitjar, Eduardo Caballero, Laura Benegas, Claudio Jofre.
Michel
Henry fue un filósofo y novelista francés, nacido en Vietnam. Desarrolla una
filosofía de la afectividad profundamente original con la que se pretende
llevar a término el proyecto de la…. Wikipedia
1. m. Actitud pacífica y
conciliadora.
2. m. Doctrina que
preconiza la paz a ultranza.
Hannah
Arendt, llamada Johanna Arendt, fue una filósofa política alemana de origen
judío, una de las más influyentes del siglo XX. Wikipedia
[sƆl] m
|
1
|
(tierra, terreno) suelo.
|
2
|
Mús sol
|
1. f. Fil. Condición de ser
uno mismo.
2. f. Fil. Aquello por lo cual
se es uno mismo.
3. f. Fil. Identidad personal.
estereotipo
- m. Idea o imagen aceptada por la mayoría como
patrón o modelo de cualidades o de conducta:
vivimos de acuerdo a una serie de estereotipos determinados.
- Tópico, lugar común:
su discurso estuvo plagado de estereotipos.
Michel Henry fue un filósofo y novelista francés, nacido en Vietnam (1922-2002). Desarrolla una filosofía de la
afectividad profundamente original con la que se pretende llevar a término el
proyecto de la fenomenología husserliana y de la ontología de Heidegger.
El acoso laboral o acoso moral en el trabajo,
conocido frecuentemente a través del término inglés mobbing ("asediar,
acosar, acorralar en grupo"), es tanto la acción de un hostigador u hostigadores
conducente a producir miedo, terror, desprecio o desánimo en el trabajador afectado hacia su
trabajo, como el efecto o la enfermedad que produce en el trabajador. Esta
persona o grupo de personas reciben una violencia psicológica injustificada a través de actos
negativos y hostiles dentro o fuera del trabajo por parte de grupos sociales
externos, de sus compañeros ("acoso horizontal", entre iguales), de
sus subalternos (en sentido vertical ascendente) o de sus superiores (en
sentido vertical descendente, también llamado bossing, del inglés boss,
jefe). Dicha violencia psicológica se produce de forma sistemática y recurrente
durante un tiempo prolongado, a lo largo de semanas, meses e incluso años, y a
la misma en ocasiones se añaden "accidentes fortuitos" y hasta
agresiones físicas, en los casos más graves.
Lo que
se pretende en último término con este hostigamiento, intimidación o perturbación (o
normalmente la conjugación de todas ellas) es el abandono del trabajo por parte
de la víctima —o víctimas—, la cual es considerada por sus agresores como una
molestia o amenaza para sus intereses personales (necesidad de extorsión,
ambición de poder, de riquezas, posición social, mantenimiento del statu quo, etc.)